Hasta el Senado llegó la propuesta del gobierno de elevar a $193.000 el sueldo mínimo.
Según el ministro de Hacienda, «Hemos hecho una propuesta que nos parece seria»… y la pregunta de fondo es, entonces, en qué país vivimos que es «serio» o «razonable» que un trabajador no pueda mantener las necesidades básicas de una familia con su sueldo.
Esta semana, dos columnistas chilenos, David Gallagher y Eugenio Tironi, han traído a colación el libro «Por qué fracasan las naciones», publicado hace poco en Estados Unidos.
Gallagher resume la tesis del libro señalando que los países exitosos son aquellos que tienen instituciones sólidas que además son «inclusivas»: los ciudadanos tienen igualdad de acceso a ellas, y nadie es excluido. En cambio, los países que fracasan son los que tienen instituciones débiles o, peor, «extractivas», diseñadas por una élite para «extraerles» renta a los demás.
Y Tironi -en otra vereda política de Gallagher- complementa esto citando una mirada histórica de los autores. Los británicos que llegaron a América, igual que los españoles y portugueses, no lo hicieron para trabajar ellos mismos, sino para que lo hicieran otros por ellos. Los españoles y portugueses lo consiguieron porque les fue fácil dominar a los indígenas de centralizadas y jerárquicas. Sabían a quien engañar o matar.
Pero los británicos no pudieron seguir la táctica en Norteamérica. Se encontraron con escasa población nativa y con culturas indígenas que carecían de un control político centralizado. Así que tuvieron que trabajar.
Por eso, según el libro «Por qué fracasan las naciones», hay tanta desigualdad en Latinoamérica en comparación a Estados Unidos, donde los británicos trabajaban para británicos. Y talvez por eso y hasta el día de hoy, 193 mil pesos es un sueldo «serio» para las autoridedes políticas de Chile.