Cuidado con Mares of Thrace.
Si el gancho va por lo guapas que son sus integrantes, basta un minuto de su música para saber hacia dónde apuntan estas chicas con su doom brutalizante.
Mares of Thrace lleva más de diez años de actividad. Proviene de Alberta, Canadá, y está formada sólo por dos integrantes: Thérèse Lanz (guitarra y voz) y la baterista Rae Amitay, recientemente incorporada en reemplazo de Stef MacKichan, quien renunció a mediados de julio para dedicarse a estudiar.
La aparición de esta banda ha sido celebrada con fervor por revistas como Decibel, que le dio un 8/10 a su último disco, además de incluirlas en el imperdible especial “Queens of Noise”, dedicado a las mujeres en el metal, en su edición de agosto.
Como sea, las Yeguas de Tracia (vaya concepto) han logrado sobrepasar las expectativas que siempre conlleva un segundo álbum: luego del bastante taquillero y nítido The Moulting (2010), ahora ofrecen una nueva producción mucho más espesa y enrevesada. The Pilgrimage apareció a fines de abril y fue apoyado con un tour por su país y Estados Unidos con más de 20 fechas al hilo. Una verdadera epopeya si consideramos que se trata sólo de dos personas.
The Pilgrimage es operático, teatral, gritón y oscuro; tiene pasajes lentos y otros llenos de ruido industrial que son la antesala a segmentos más crudos. La voz de Thérèse Lanz (de madre filipina) es algo más áspera que la de la iraní Somi Arian (Mortad) o la alemana Angela Gossow (Arch Enemy). Por momentos recuerda la misma furia de Laura Bravo en los infames discos de Nuclear Death.
Hay que escuchar a Mares of Thrace, hay que prestarle atención a esta pequeña obra maestra. No encontrarán grandes despliegues de virtuosismo, pero sí lo que dos chicas son capaces de hacer cuando están enojadas.
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