Estamos viviendo una interesante época de ajustes.
Después del terremoto que significaron los movimientos ciudadanos del año pasado, Chile pareciera estar acomodando sus piezas y sus moldes. Es un remezón social que ataca de lado a lado. Y la viven instituciones que parecían inmutables como la Iglesia Católica enfrentada a la peor crisis moral de su historia. Pero también el sistema judicial, el sistema representativo y toda la clase gobernante.
¿Es malo lo que está ocurriendo? Yo creo que no, necesariamente…
Podemos estar a las puertas de construir un Chile de mayor amplitud. Pero antes de eso, tendremos que ser testigos de cómo se mueven las aguas. En la Concertación, por ejemplo, un ala se inclina definitivamente por un camino de izquierda lo que es resistido por la DC. Y en la derecha surgen voces que tratan de estirar el mantel hacia su lado lo más que se pueda. Incluso hay unos diputados que en esa vehemencia caen en exabruptos que suenan cavernícolas, como Ignacio Urrutia que dijo que Perú o Bolivia nos «volarían la raja» si metemos homosexuales en la milicia.
En la época de ajustes ocurren estas cosas. Voces como la de este diputado que, talvez, no debieran existir en un Parlamento del Chile que se asoma. Sobretodo en estos temas, donde, tú bien lo sabes, Palabras sacan Palabras…