Tengo que reconocer que la idea de escribir sobre este documental y la historia de Bobby Liebling, fundador y carismática voz de Pentagram, surgió después de revisar mi Facebook. Ahí encontré un enlace en el perfil del batero de Hielo Negro que me llevaba al siguiente posteo para ver “Last Days Here”: “Este sí que es un viejo soldado del rock pesado!!!! apto sólo para verdaderos NO RIP OFF!!!!”.
Vaya que tenía razón la frase de Christian McDonald. La primera sensación al ver el comienzo de “Last Days Here”, una suerte de caída en desgracia de Liebling, fue respirar muy hondo y pensar: “¿se puede caer tan bajo por los excesos y detenerse en el tiempo?”.
El asunto es que acordé de mi adolescencia cuando escuché por primera vez en “Melodías Subterráneas” de la radio de la Universidad de Chile, a la banda de Anton Reisenegger, los Pentagram chilenos. Tiene que haber sido entre 1984 ó 1985 y no sé por qué motivo también supe que existía una banda de nombre similar en Estados Unidos.
Por esas casualidades, en uno de los tantos intercambios de discos sabatinos en el Paseo Las Palmas de Providencia, “Day of Reckoning” (1987) estuvo de visita en mi casa por una semana. Lo grabé en una cinta de cromo TDK y de vuelta con su dueño.
No recuerdo cuánto tiempo pasó. A comienzos de los ’90, 1993 tal vez, me reivindiqué con Pentagram al escuchar por primera vez a Kyuss, Saint Vitus, The Obssesed y Monster Magnet, todas -unas más que otras- deudoras del sonido primario de Black Sabbath o Blue Cheer.
De nuevo varios años y ahora me encuentro con “Last Days Here”. La analogía con el documental de Anvil me recordó que acá también había una buena historia, pero también mucho dramatismo y una especie de shock a primera vista al ver a Bobby Liebling literalmente “cagado” por el crack y la heroína, a un paso de la postración en el subterráneo de la casa de sus padres. La cinta muestra a un cincuentón con complejo de Peter Pan, que por momentos parece un zombie maquillado, que exhibe con orgullo múltiples llagas producto de infecciones cutáneas. Su actuar es errático y su discurso muchas veces alejado del mundo real. También tiene brillantes momentos de lucidez y en la mayoría de los casos nos entrega inconscientemente enseñanzas de vida.
“Last Days Here” arranca con el reencuentro de Liebling y Sean Pellet Pelletier, viejo amigo y manager que intentará ponerlo de pie y convertirlo nuevamente en un soldado del rock. La filmación, dirigida por Don Argott y Demian Fenton, es el resultado de cientos de horas de rodaje durante tres años, tiempo en el que los directores dejaron que la historia fluyera.
Tengo que reconocer que las imágenes me conmovieron. La alternancia entre el drama de la caída de un músico -tan exagerado que no pareciera cierto- con el improbable final feliz, llaman a la reflexión. ¿Será capaz Liebling de levantarse y andar nuevamente, volver en propiedad a los escenarios y dejar las drogas? Viendo “Last Days Here” no le tenía fe a Bobby. Sin embargo, hay una respuesta en la cinta que aclara, con empatía y afecto, que es también un ensayo sobre la mala suerte, el sabotaje personal y la autodestrucción, para colmo, a vista y paciencia de sus padres y amigos.
“Last Days Here” me provocó curiosidad por redescubrir la música de Pentagram. Sean Pellet Pelletier, a la postre, consiguió su titánica cruzada. Logró subir a un escenario a Bobby, limpiarlo de drogas, dejarlo sobrio y hasta le consiguió una familia hermosa e hijos. Eso, por lo menos, hasta 2011, fecha en que el documental se estrenó en Estados Unidos y que en diciembre próximo se exhibirá en la edición local del 9º Festival Internacional de Cine y Documental Musical In-Edit.
Bobby Liebling es un buen hombre. Nunca fue un gran cantante, pero sí un buen compositor de historias de desamparo, soledad, depresión y desmadres varios, tras años de vivir para el vicio. La aparición de Phil Anselmo en el documental también es destacada. El ex Pantera y hoy frontman a tiempo completo de Down se compromete a producir el regreso de Pentagram. Hasta ahí todo ok. El problema es que Bobby vivió la peor de sus recaídas que muestra la cinta y todo quedó en nada.
Pero a diferencia de muchas historias de rock que terminan, inevitablemente, con titulares anunciando la tragedia, “Last Days Here” tiene un final feliz. Bobby Liebling recuperado, sobrio, de vuelta a la música, esposo y papá. Cuesta creerlo, pero es verdad.
[youtube -aUf_F5Lc_k nolink]