Podría ser el mejor guión de una película de sexo, poder y espionaje. Pero lejos de la fantasía hollywoodense, la intriga que destapó la infidelidad del ex director de la CIA, el general David Petraeus, es una cruda realidad que sacude al gobierno de Barack Obama.
Todo comienza cuando una mujer de 37 años y que trabaja para la Fuerza Aérea, llamada Jill Kelley, denunció al FBI unos mails amenazantes de la periodista de 40 años, Paula Broadwell. Jill y su marido eran amigos del general Petraeus y su esposa. Y la periodista Paula Broadwell era la biógrafa del general. Así, se destapó el escándalo. Investigando los mails de la periodista, el FBI se dio cuenta que la biógrafa era amante del incorruptible jefe de la CIA. De hecho, los correos de Paula Broadwell habrían sido por celos.
Ante el escándalo y por los secretos que pudieran haber sido develados en la intimidad, Petraeus -uno de los militares más brillantes de los últimos años- se vio obligado a renunciar a la CIA. Pero esto no termina acá y llegó al Pentágono. Investigando ahora a Jill Kelley, la supuesta víctima del ciber acoso, se descubrieron mails inapropiados entre ella y el comandante de las tropas aliadas en Afganistán, el poderoso general John Allen. Ante esto, el secretario de Defensa de Estados Unidos, León Panetta, señaló que por orden del Presidente Obama se investigarían más de 20 mil documentos en beneficio de la seguridad pública de la nación y de toda la OTAN, ya que John Allen cumplía misiones para la organización militar europea y asumiría luego como comandante aliado supremo de la OTAN en Bruselas. Un último dato, todos los involucrados, incluyendo a Jill Kelley y Paula Broadwell, parecían estar felizmente casados…