Mil novecientos ochenta y siete fue el año de Pentagram. Además del hito que marcó el 7 pulgadas editado por el sello suizo Chainsaw Murder Records con los temas “Fatal Predictions” y “Demoniac Possession” (hoy convertido en una invaluable pieza de colección: lo ofrecen a cien mil pesos en sitios de reventa en internet), también fue en ese año, y en estas mismas fechas, cuando la banda comenzó a promover uno los demos más influyentes en la incipiente historia del death metal sudamericano y, para muchos, del death metal mundial.
Cualquiera que conozca la leyenda de la banda entonces formada de Reisenegger, Uribe, Topelberg y Peña sabrá que esto no es una exageración: aquel registro de tres temas asomó al mismo tiempo en que bandas como Morbid Angel, Death y Sepultura comenzaban a definir su sonido. Pentagram empezó a tocar death metal mucho antes de que se tuviera plena conciencia del estilo, mucho antes de que se dictaran todas las pautas que rigen hasta hoy.
“The Malefice”, “Profaner” y “Temple of Perdition” muestran de la potencia creativa que entonces distinguía a la banda. Temas largos, complejos y con buenas ideas a pesar de las limitaciones logísticas y técnicas; y a pesar, también, de la compleja relación que la banda tenía con algunos sectores de la escena local. Fue un paso importante, y esa madurez creativa incluía también dejar los seudónimos old school como “Azazel” o “Behemoth” y en cambio figurar en los créditos con sus nombres de pila.
Hoy es posible encontrar en la web gran parte de las críticas que tuvo el Demo II en ese momento, como también la opinión de los fanáticos de generaciones más recientes que han descubierto estas canciones a partir de las recopilaciones editadas en Chile y Alemania (además de una curiosa edición en vinilo hecha en Holanda). Y así como hay al menos tres covers del clásico “Demoniac Possession”, el primer tema de este demo también ha sido tributado: los noruegos Dead To This World, liderados por Iscariah (ex Inmmortal) hicieron un notable cover de “The Malefice” en el EP Sacrifice (2011).
Son 25 años de aquella grabación distribuida en casetes Sony de 46, aquellos transparentes a los que se podía añadir una franja adhesiva. El demo costaba 600 pesos y si bien no hay certezas de cuántos vendieron, demoró muy poco en circular de Arica a Punta Arenas. La carátula fotocopiada del cráneo pulverizado (hecha por Fernando Mujica, el mismo autor de la ilustración del single), se reproducía una y otra vez sin que nadie pudiera saber con certeza cuál era la original y cuál era la copia. Porque en esos años todo era en fotocopia. Y en esos años, de algún modo, todo también era original.
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