MALDITO ROCK AND ROLL

La vida los dividió, el destino los unió para siempre

Equipo Futuro |

Ernesto Bustos reflexiona a la memoria de Freddie Mercury y Eric Carr, que fallecieron un mismo día.

Freddie Mercury y Eric Carr fueron dos tipos entrañables. Queribles. Talentosos hasta decir basta. Al primero todos lo conocemos. Líder, imagen y, sobre todo, la esencia de Queen. El segundo, baterista y cantante ocasional, que otorgó a Kiss esa cuota de sonido heavy que adoptaría a contar de Music for the Elder (1981).

Para ambos su último momento fue el mismo: 24 de noviembre de 1991, una fecha que quedó registrada como el día que el rock perdió a dos de sus soldados destacados, uno producto del VIH y el otro al padecer un extraño cáncer al corazón, que derivó en un derrame cerebral.

Más allá de la fatídica coincidencia en la data de muerte, Freddie Mercury y Eric Carr  militaron en bandos opuestos. Esto, por la sencilla razón que durante la segunda mitad de los ’70 se instaló, al menos en Chile, aquella comentada rivalidad entre sus seguidores por cuál era la banda más popular en esos años. Los fanáticos de Queen criticaban el escaso aporte musical de Kiss y la liviandad de sus letras, mientras que los seguidores de Kiss ironizaban con el carácter intelectual del bando contrario. Y era verdad. The Midnight Special, con el gran Pirincho Cárcamo, no paraba de pasar videos en blanco y negro en el Canal 5 de “I Want You” y “We are the Champions”, “God of Thunder” y “Bohemian Rapsody”, “Shout it out Loud” y “Killer Queen”, “Black Diamond” y “Don’t Stop me Now”, “Hard Luck Woman” y “Tie your Mother Down”. Lo mismo hacía Radio Concierto en FM y las pocas publicaciones escritas especializadas que circulaban en el Chile de los ’70. Recuerdo que la revista juvenil “19” daba cuenta de la fama que ya ostentaban no sólo a nivel mundial sino también en el país estas dos bandas.

La prima de una vecina moría por Queen y en verano no dejaba de escuchar Jazz, A Day at the Races, News of the World y el gran Live Killers. Día y noche sobaban esas canciones. Y quien escribe, para no ser menos, le daba a los Kiss Alive I y II, Love Gun, Destroyer y Rock & Roll Over. Era el verano de 1977 ó 1978. A veces nos encontrábamos en los pasillos del edificio donde vivía y las miradas no eran amigables. Aunque debo reconocer que cuando llegó el momento de reconocer nuestras preferencias musicales yo sólo atiné a decir “sí” a la pregunta de rigor: ¿Tú eres el que pone música de Kiss a cada rato? Obvio, y ella sólo atinó a responder con un “mmmm”… más claro dónde. Y en el colegio sucedía algo similar. En el recreo podía ver a chicos de cursos de media intercambiando discos de Kiss y Queen por separado, nunca juntos. En la Feria del Disco y Colt 70, dos disquerías de moda en el centro de la capital en los ’70, también era posible ver a fanáticos de ambos grupos compartiendo sus discos, pero los de Kiss a un lado y los de Queen en otro. Es decir, la rivalidad sí existía.

Pero retomando el destino que unió a Freddie Mercury y Eric Carr, este 24 de noviembre se cumplen 21 años de la muerte de ambos. La pérdida de Farrokh Bomi Bulsara, nombre verdadero de Freddie Mercury, supuso hasta hoy un vacío imposible de llenar. Brian May y Roger Taylor lo saben. Los intentos que han realizado por revivir el mito, ya sea con Paul Rodgers o con algún artista emergente salido de esos programas de talentos, a la postre le han hecho un gran favor el fallecido Freddie: otorgarle la categoría de irremplazable y elevarlo al status de divinidad. En el caso de Paul Caravello, nombre real de Eric Carr, el asunto es más simple. Quien reemplazara a Peter Criss en los tambores de la “banda más caliente en el mundo” lo hizo en un momento en que Kiss venía a la baja tras la publicación de Unmasked (1980). Gene Simmons y Paul Stanley lo sabían, entonces consciente o inconscientemente, optaron por Carr, que con el tiempo fue la incorporación adecuada. El resultado inmediato fue Music for the Elder (1981) y Creatures of the Night (1982), dos discos con un sonido más metálico que sus antecesores en los ’70 y que los regresan al sitial de banda exitosa.

Ambos músicos entregaron algo más que sus vidas al servicio de Queen y Kiss. Cada uno, guardando las proporciones, fue fundamental en la construcción de las historias de sus grupos. Pero el destino, quiéralo o no, los unió para siempre. Ya son dos décadas sin Freddie y Eric. Los fanáticos de uno y de otro los extrañan. Algunos, como yo, aprendimos a valorar su música, alejados de esa rivalidad infantil o adolescente, dependiendo del caso, cuando todavía faltaba una década para la irrupción masiva del cable e internet. La música dividió a Freddie y Eric por caprichos… el destino los unió para siempre hace 21 años.

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