Es un conflicto tan antiguo como el Estado chileno. Y, desde que que somos República, no lo hemos podido solucionar.
¿Cómo enfrentamos nuestra relación con el pueblo mapuche? La respuesta ha tenido todo tipo de bemoles, desde las guerras sangrientas a fines del siglo XIX hasta los intentos de crear organismos como la Conadi, que busca acuerdos respetando la diversidad. Pero, al parecer, nada funciona. O no, al menos, como todos querríamos.
Al referirse al último brote de violencia en la Araucanía, Andrés Chadwick, manifestó que «enfrentamos a un enemigo poderoso, que goza de apoyo político, comunicacional e internacional». Estas palabras del ministro del Interior fueron catalogadas como «burdas, violentas y provocativas» por el ex director de Conadi, Domingo Namuncura, ya que, dejan entrever que «el pueblo mapuche podría ser considerado ‘enemigo’ del país».
Pero los hechos de violencia existen y también inocentes que han sido asesinados y propiedad privada que ha terminado destruida. El peor error sería mirar a todo un pueblo de manera totalizante y no tomar medidas integrales, donde el rigor de la ley se aplique junto al entendimiento y el desarrollo.
Es una fórmula fácil de escribir pero difícil de llevar a cabo. Es un tema histórico, donde, tú bien lo sabes, Palabras sacan Palabras…