Lerdo es de esas bandas raras, esos proyectos inclasificables que surgen de cuando en cuando y, para mejor, se mantiene sobre la saludable línea de flotación dentro del underground local. Cada uno de sus temas son verdaderos artefactos sonoros aparentemente desarmados y caóticos que no duran más de cuatro minutos. En todos la premisa de Mauricio López (bajo), Claudio Acuña (guitarra) y Javier Álvarez (batería), sus integrantes, resulta similar: poner el virtuosismo al servicio del desorden y llevar la interpretación a cualquier lado menos a pautas esquematizadas. Aquí todos cantan y todas las mezclas, por disonantes que sean, son permitidas. Muy bien lo han dicho ellos mismos, medio en broma, medio en serio: lo que hacen podría llamarse grind pop.
El sonido de Lerdo está cargado de detalles, como un gran caldo en que se cuecen toda clase de ingredientes: desde luego hay velocidad, peso y zonas por decirlo de algún modo “oscuras”, en los que la música se estructura a partir de mosaicos. Esto, en parte, sería la forma de describir su disco División de oro, publicado el año pasado y del que la banda esta semana estrena el clip para su tema “Ad Baculum”, dirigido por Rodrigo Latorre. Este es el primero de tres videos que planean difundir durante el primer semestre de 2013.
Para el gran público, Lerdo es la banda elegida por Mike Patton para abrir el show de Faith No More en el Caupolicán en 2009. El público más joven de seguro encontrará reminiscencias a The Dillinger Escape Plan, el primer System of a Down, ciertas cosas de Primus o Mr. Bungle, pero hay que ir más atrás, mucho más atrás para advertir que, al menos en la forma que la banda tiene de entender y encarar la música, el espíritu de Frank Zappa está por todos lados.
No, Lerdo no suena a Frank Zappa, pero tiene la misma actitud y eso, quizás, es más notable: hay vanguardia, hay ideas complejas, hay experimentación. Lo mismos ocurre con las letras, un terreno sinuoso donde por momentos asoma la antipoesía, los versos fragmentados, los textos opacos y cargados de simbolismo. Sin duda, un trabajo meritorio que hoy tiene a los músicos en pleno proceso de composición de nuevo material. Tienen seis nuevos temas y adelantan que será un disco largo, el más largo hasta ahora. División de oro no supera los 30 minutos pero queda la sensación de que dura 15.
Son meses intensos para Lerdo. Hay expectativas por su nueva entrega. Poco a poco han logrado fidelizar a un público al tiempo de hacer reconocible un sonido. Pero también hay un elemento del cual deben hacerse cargo: su propio crecimiento como músicos y la premisa de no tener restricciones creativas.
“A la hora de componer odiamos algunas canciones, después nos reencontramos con ellas y las besamos; las encerramos en el sótano, y luego las liberamos al bosque. Al final, creo que el proceso de creación para nosotros es un masoquismo romántico, la pasamos mal, luego la pasamos muy bien. Nos sometemos a un stress horrible, que decanta en una gloria simbólica que se manifiesta cuando alguien nos comenta lo mucho que les gusta nuestro trabajo, o mejor aún, cuando nos va a ver en vivo y grita con nosotros”.
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