Hasta que salió la ley.
Finalmente y después de varias polémicas y sablazos del “lado oscuro de la Fuerza”, como dijo nuestro Obi Wan de la Salud, Jaime Mañalich, la Cámara de Diputados despachó el proyecto que modifica la Ley del Tabaco.
De esta forma, quedará prohibido fumar en todo espacio cerrado de acceso público y todo lugar de trabajo, incluyendo bares, pubs, restaurantes, casinos y discotecas.
A simple vista, la ley parece un atentado contra ciertas libertades. Pero no es así. Para ir conquistando libertades individuales, necesariamente debemos regular en beneficio del bien público. Fumar es un acto soberano sólo en la medida en que eso no constituya perjuicio para tu vecino.
Sería interesante ahora que todos aquellos parlamentarios que enarbolaron las libertades individuales para ponerse al lado de las tabacaleras, sean consecuentes con otras leyes que van en ese camino, como, por ejemplo, la despenalización y legalización de la marihuana. O sea, que los adultos de este país hagan lo que quieran con su vida en sus espacios privados. Esa sí que es una cuestión de libertades individuales. Un tema donde, tú bien lo sabes, Palabras sacan Palabras…