Esta semana ha sido de mucha agresión… los ánimos están crispados, la lucha por el poder entra en tierra derecha con las primarias y los discursos van subiendo en tono e intensidad.
El problema, es que en algunas partes, se ha llegado al insulto o al escupitajo.
Lo grave sería que este clima destruyera una forma de hacer política que nos distingue frente a varios países del continente y también de democracias del mundo entero. Y esa es, la política del candidato presidencial en la feria, en el puerta a puerta, en la calle dispuesto a saludar al transeúnte o a intercambiar opiniones con el detractor.
Más allá del populismo que pueda implicar una acción como ésta, el candidato presidencial en la calle es una costumbre que ojalá sepamos cuidar, es de esperar que no se pierda. Se ve bien, habla bien de un país que es capaz de disentir sin tener que llegar a seguridades que –finalmente- crean sólo inseguridades respecto de la sociedad tolerante que estamos construyendo…