Debo reconocer que Lee Dorrian es un trabajador incansable y Cathedral, la banda que armó después de su alejamiento de Napalm Death a fines de los ‘80, la creación que lo transformó en el discípulo más aventajado del legado “sabático” instaurado hace 40 años por Iommi, Butler, Ward y Osbourne.
Por un simple azar me crucé en 1994 con el clip “Ride”, en el añorado “Headbangers” de MTV, los sábados a las 22 horas. El gusto por esos riffs oscuros, diabólicos, rockeros, intensos y setenteros fue inmediato.
Pasaron los años. Cinco, diez, quince y jamás me perdí un estreno de la banda de Coventry. The Last Spire, su epitafio musical (que no incluye gira promocional), no fue la excepción. Porque a lo largo de su historia, Cathedral reformuló el género que pioneros como Pentagram, Saint Vitus, Witchfinder General o Trouble comenzaron a practicar a finales de los ’70, todos influenciados por Black Sabbath, que llevaban toda esa década honrando al rock más oscuro.
The Last Spire es una suerte de capitulación de Lee Dorrian y compañía. Aquí voy a ser más fan que profesional. En más de dós décadas no advertí un disco mediocre de Cathedral. Tampoco hubo concesiones para la industria discográfica, una de las virtudes más valoradas, al menos para quien escribe.
Por lo mismo, este último disco es una muestra más de la solidez que alcanzaron como banda. The Last Spire tiene todo lo que un disco de Cathedral debe tener. Oscuridad a raudales, guitarras densas, voces espectrales, una arquitectura musical portentosa donde destacar a alguno de los músicos sería una burda tarea sin necesidad. Puede, eso sí, que hayan dejado de lado su faceta más experimental, la misma que desarrollaron en The Guessing Game, para optar por tributarse a sí mismos, retomando las primeras sonoridades, aquel sonido más primario presente en Forest of Equilibrium y los EP siguientes.
Otro elemento para honrar a Cathedral. La banda estuvo muy cerca de arribar a Chile en 1996. Era la época de Supernatural Birth Machine (1996). Si con The Carnival Bizarre (1995), la banda visitó países nunca antes contemplados en sus giras, ahora era el turno de Sudamérica y Chile en particular.
La edición de diciembre de 1996 de Metal Hammer de España, lo consigna en la crónica “Cathedral, la máquina de riffs sobrenatural”. Relata que cuando la banda arribó a Colombia se presentaron ante tres mil personas durante sucesivas noches y que después hubo una serie de desafortunados hechos. “La gente era estupenda y lo pasamos muy bien, pero justo al final las cosas empezaron a enrarecerse. El servicio de limpieza del hotel nos robó dinero de las carteras de Garry y de la mía, me robaron mi cámara en el aeropuerto los propios encargados del equipaje y el promotor desapareció el último día con un montón de pasta (dinero, no lo otro), que se suponía nos iba a financiar el viaje a Chile, por lo que no pudimos ir”, relataba Lee Dorrian a Metal Hammer. Lamentable, por decir lo menos.
El 29 de abril de 2013 será recordado, entonces, como la fecha de publicación de The Last Spire. Ocho canciones que, en ningún caso, suenan a la urgencia de una despedida. Amados, ignorados u odiados, Cathedral se convirtió con el paso de los años en un grupo culto, real, que sorprendía con cada disco y muy alejados de los estereotipos.
Y vaya casualidad. “This body, Thy tomb”, la última canción, lo dice todo. Marca el final -definitivo o no, eso no se sabe- de un pilar fundamental del subgénero doom-retro metal o lo que sea. Cathedral lo entendió así y preparó el terreno para su final: “mejor decir adiós en la cima que dañar su propio legado musical”.