Debo reconocer que esta entrega salió de pura casualidad. En tiempos de carestía de ideas, buscando algo entretenido, algo digno de ser destacado y con un toque de actualidad, llegué hasta una noticia que me llenó de alegría y muchos recuerdos de adolescencia.
Pentagram, la banda nacional liderada desde siempre por Anton Reisenegger, editará en septiembre próximo su primer disco oficial. ¿Primer disco?, me pregunté. Claro, si durante su existencia, a mediados de los ’80, sólo alcanzaron a grabar dos demos y un single con un sello suizo, Chainsaw Murder Records creo que se llamaba, que ya en esos años era toda una proeza.
Vamos con calma. Pentagram sacará su primer disco en septiembre y nunca está de más hacer “arqueología thrashera” para recordar aquellos años locos del Manuel Plaza, la Sala Lautaro, el estadio Nataniel, el caracol de Pedro de Valdivia y el célebre Sammy’s Shop.
Conocí y viví intensamente esos años y esas maratones metaleras con siete u ocho bandas por cartel, a módicos 500 pesos de la época. Si el afiche decía 19:00, la primera banda partía a las 19:00. No había tiempo para perder. Los permisos eran hasta la medianoche, una de la madrugada a más tardar. Ni un minuto más y ni un minuto menos. Y ahí estaba Pentagram, emblema del metal chileno más primigenio, flanqueado por Dorso, Necrosis, Nimrod, Rust, Warpath, Vastator, SNF, Caos, Massacre, DTH, Belial de Valparaíso, Squad y un largo etcétera de bandas que formaron la primera generación metalera “Made in Chile”.
Eran los tiempos del Death Metal Holocaust en sus versiones I, II y no sé cuántas más, del incendio en el Sammy’s Shop, de las procesiones sabatinas al Paseo Las Palmas de Providencia, el intercambio de discos, demos y fanzines, la represión de los pacos por usar el pelo largo y vestirse de negro, el fin del toque de queda, el mito -porque a mi no me consta- de las peleas con los coreanos y, finalmente, el recital de todos esos engendros en el desaparecido gimnasio Manuel Plaza.
Todo un clásico eran las previas, sólo para valientes, en una mal iluminada Plaza Egaña. Con el estanque lleno, sólo bastaba cruzar Irarrázaval para unirse al ritual metalero y hacer la fila, siempre vigilados por los pacos de la 18 que al más mínimo desorden corrían palos a todo lo negro que se moviera.
En ese contexto, Pentagram cosechó su reputación. En la precariedad de la producción de un show, la mala amplificación y el nulo apoyo de los medios de comunicación. No había internet, tv cable, ni la logística suficiente para congregar a tres mil chascones de una en el Manuel Plaza. Sí había autogestión, mucho corazón, romanticismo y el clásico programa “Melodía Subterránea” de la radio Universidad de Chile, que rompía el mencionado bloqueo mediático. Eran otros tiempos, claro está.
Lo concreto es que Pentagram sacará su primer disco en 28 años. Mucha agua ha corrido bajo el puente. Idas y venidas, actividad y receso, la vida y la muerte. “The Malefice” es el nombre de este debut entre comillas. La idea original fue grabar un par de canciones, las más clásicas de la época ochentera tipo Spell of the Pentagram”, “Demoniac Possession” o Fatal Predictions”, con canciones nuevas. Al final se optó por grabar todas las canciones de esa época y por lo mismo, el fruto de ese trabajo será un disco doble en su primera edición: uno con material nuevo compuesto durante los últimos dos años y otro consistente en las nuevas versiones de los antiguos temas grabados originalmente en los demos 1 y 2 de la banda. Ya hay un single dando vueltas por ahí, “La Fiura” es su nombre.
“The Malefice” se grabó en dos tandas. La batería en lel estudio Sade de Santiago y las guitarras y las voces en HVR en Suffolk, Inglaterra. La mezcla y producción corrió por cuenta del propio Anton Reisenegger y Daniel Biggin, bajista de Criminal. Los músicos que registraron el material fueron el guitarrista y cofundador de la banda Juan Pablo Uribe, el baterista Juan Pablo Donoso (Sadism, Execrator y Thornafire), los bajistas Juan Francisco Cueto (ex Criminal), Daniel Biggin (Criminal), Rodrigo “Pera” Cuadra y Mauricio Peña, ambos en calidad de invitados, además de Anton Reisenegger.
Ahora sólo basta esperar a septiembre. No soy de aquellos que creen que regrabar los clásicos de antaño sea algo así como arruinar el propio legado de una banda. Al contrario, el legado es la historia y la historia, Pentagram la escribió hace tres décadas en la precariedad de otros tiempos. Eso lo reconocen bandas como Napalm Death, Entombed, Dismember, Celtic Frost, Possessed, Morbid Angel y hasta Chuck Schuldiner de Death, que vieron en Pentagram a una de sus primeras referencias musicales para desarrollar sus carreras. Eso ya es bastante. Eso es legado y es historia.