La película se llama «Todos contra Mañalich»… Y en ella actúan todos los diputados de la República, enfurecidos con el ministro de Salud quien nuevamente habló de que el poderoso y desregulado lobby hizo su tarea negra en la Cámara Baja. Primero, Mañalich había apuntado a las tabacaleras y ahora lo hace contra la industria farmacéutica que habría movido los hilos de su poder para ejercer presión en la Ley de Fármacos.
En una entrevista a Cooperativa, Mañalich dijo que «Hoy día en el exterior de la Cámara había muchas personas dependientes de la industria farmacéuticas conversando permanentemente con los diputados, señalando que votaran de una manera u otra, influyendo en el trámite legislativo».
Fue el propio presidente de la Cámara de Diputados, el UDI Edmundo Eluchans, quien aseguró que unánimente sus colegas le presentarán una queja al Gobierno, «nuestro profundo malestar y nuestro rechazo a las declaraciones del ministro», señaló Eluchans.
Lo concreto es que Mañalich se atreve a sembrar nuevamente la duda sobre un secreto que se grita hace rato en la cara: y este es el real poder de las empresas en las tareas legislativas. Y en un año de elecciones donde los dineros escasean para las campañas, el guión de esta película de intrigas y poder que denuncia Mañalich, toma un giro aún más preocupante…