Es una discusión que abre un debate profundo… y es la que se dio en el Senado con la votación que confirmó a la presidenta de la Corte de Apelaciones de Santiago, Gloria Ana Chevesich, como ministra de la Corte Suprema. Sectores de oposición vieron en la figura de Chevesich a una jueza que ha fallado en contra de causas de derechos humanos, determinando, por ejemplo, que el Mamo Contreras ha actuado en sus crímenes con el atenuante de irreprochable conducta anterior. Pero, además, estuvo el telón de fondo de sus investigaciones en el Caso MOP-Gate que hizo temblar al gobierno del Presidente Lagos.
Gloria Ana Chevesich fue la carta que eligió el Presidente Piñera de la quina propuesta por la Suprema. Y, luego, el Senado tuvo que levantar o bajar el pulgar de esa designación.
Y aquí se abre la discusión de fondo. Como decía Montesquieu, el correcto funcionamiento del Estado descansa en la completa independencia de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pero en casos como estos, las presiones políticas y económicas se cruzan dejando al Poder Judicial bajo la tutela y los intereses de los políticos de turno.
En un sistema binominal y con una ley de lobby inexistente, tampoco sabemos a quiénes representan estos parlamentarios, qué empresarios, por ejemplo, están detrás de sus financiamientos de campañas. Así que Chevesich y las polémicas que rodearon su nombramiento dejan muchas dudas sobre la real transparencia e independencia de los tres poderes que son la base del Chile democrático…