Para esa generación de rockeros que creció en los 80s, la sola idea de ver a Rush alguna vez tocando en vivo en Chile alimentaba sueños y fantasías que parecían imposibles. Por eso, el 2002 no fueron pocos los que se embarcaron a Brasil porque parecía entonces la opción más cercana de ver al inalcanzable y legendario trío canadiense.
Al final, Rush aterrizó en el Estadio Nacional con su Time Machine Tour y 40 mil fanáticos fueron testigos de una maestría que genera culto y devoción. Fue un domingo de octubre que jamás olvidaremos.
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