La historia de Iberia -que ya suma 80 años- es por lejos la más compleja del fútbol chileno. Baste decir que es el único club que ha jugado en tres ciudades distintas (y estuvo a punto de mudarse a otras dos).
Campeonato de Segunda División 1963
Estadio de la Universidad Técnica del Estado
Con el nombre de Deportivo Ínser, la institución fue fundada el 15 de junio de 1933 como equipo de básquetbol por comerciantes de la Vega Central. El principal impulsor de la rama de fútbol -nacida y rebautizada al año siguiente- fue el carismático cura español Gilberto Lizana.
Aunque algunos mencionan que la creación de Iberia respondió a las tensiones internas de la colonia residente antes de la Guerra Civil Española, este dato es dudoso. Lo mismo vale para el supuesto origen catalán de la entidad. El equipo vestía camiseta azul marina con una línea horizontal blanca (el azulgrana vendría muchísimo después). Según la leyenda, en todo caso, el cura Lizana efectivamente era republicano e hincha del Barça, se llevaba muy mal con la dirigencia de la Unión Española y por eso fundó otro club hispano.
A Lizana, enamorado del deporte, se lo considera el padre de nuestra Segunda División. En los albores del profesionalismo, los participantes de Primera rechazaban un mecanismo serio de ascensos y descensos por el obvio temor a perder plata y desaparecer (esta tensión, huelga decir, se arrastra hasta hoy). Fue la porfía del cura la que permitió que la mal llamada “Serie B Profesional” – vigente entre 1937 y 1942, y que no era profesional- se transformara en la División de Honor Amateur.
Aunque desde el comienzo se planteó a este campeonato como una antesala de la Primera División, sólo en 1945 se verificó su primer (y único) ascenso formal: Iberia fue el afortunado y el primer equipo ascendido en la historia del fútbol chileno. Santiago National sería luego el primer descendido, pero no bajó a Segunda (pues ese torneo aún no existía).
En sus siguientes diez campañas en Primera los de Conchalí sólo una vez superaron el penúltimo lugar de la tabla y casi siempre se libraron de bajar por decisiones administrativas de última hora. Pero la suerte se les acabó: así como el cuadro de la franja blanca estrenó el ascenso en la historia del balompié local, en 1954 se convirtió en el primer descendido a la nueva Segunda División. Iberia nunca más volvería a la elite.
Instalado en Segunda, Iberia se acostumbró al fondo de la tabla y debió marcharse a su “asociación local” el 59 y el 61, pero una vieja regla no escrita señalaba que los clubes que alguna vez habían jugado en Primera debían ser colistas ¡tres veces! antes de irse al amateurismo. Y así, gracia a los muñequeos del cura Lizana, los ya apodados “catalanes” se siguieron salvando ante la creciente irritación del medio.
En la foto de arriba, datada en 1963, se observa al último plantel iberiano que hizo de local en Santiago: la mudanza a Puente Alto, sus coqueteos para instalarse en San Antonio y Curicó y el definitivo aterrizaje en Los Ángeles los veremos más adelante.
Fotos: Archivos revistas Estadio y Gol y Gol.