PUNTERO FANTASMA

Iberia de Puente Alto, un club odioso

Felipe Pumarino |

Hasta 1963, el equipo de Fatucen competía en el Campeonato Regional de la Zona Central. Ese torneo era una especie de Tercera División metropolitana donde imperaba sin contrapesos el poderoso Thomas Bata de Peñaflor.

Como viéramos, la empresa zapatera no tenía mayores intereses de volver al profesionalismo: así liberaba cada año a la Asociación Central de Fútbol (ACF) de considerar a los campeones de este torneo para postular a la Segunda División.

En el Regional Central, sin embargo, jugaban otras escuadras -la mayoría pertenecientes a empresas- que sí tenían la intención de llegar al Ascenso. Era el caso de Aviación, Soinca Bata, General Velásquez o Defensor de Casablanca: algunas entraron al profesionalismo por la ventana; otras debieron esperar hasta los años 80, cuando por fin se establecieron mecanismos de promoción serios hacia Segunda.

Fatucen era uno de aquellos que aspiraba a algo más. Representante de una fábrica de tubos, hacía de local en el estadio municipal de Puente Alto, localidad entonces distante a unos 20 km de Santiago (cuyo límite sur estaba marcado por avenida Departamental). La foto de abajo muestra al plantel puentealtino en 1964.

En paralelo, Iberia era otra vez colista de Segunda. El club profesional capitalino con menos arrastre fue entonces forzado por la ACF a emigrar con lo puesto de Conchalí.

Primero evaluó mudarse a San Antonio, pero las tratativas resultaron infructuosas. Al cabo, el elegido para la fusión fue Fatucen: el 17 de enero de 1964 ambas instituciones dieron vida al Iberia-Fatucen, rebautizado poco después como Iberia-Puente Alto. La extraña operación -inédita hasta ese entonces en el fútbol nacional- contó con la venia del anciano cura Gilberto Lizana, fundador de Iberia en los años 30 y artífice de la Segunda División.

El experimento fue un desastre. Los blanquiazules mantuvieron en Puente Alto su escuálida convocatoria, siguieron agobiados por los problemas financieros y a la larga terminaron disputando la mayoría de sus partidos como locales en Santiago. Colistas en 1965, apelaron a un resquicio para salvarse del descenso: la ACF aceptó que la Segunda División era su “asociación de origen” y ante el espanto general validó su repostulación. A esas alturas Iberia era el equipo más odiado de Chile, pues taponeaba el ingreso al profesionalismo de plazas provincianas con mayor arrastre.

En las dos temporadas siguientes el Iberia-Puente Alto se salvó por los pelos de bajar; en 1968, nuevamente último en la tabla, sus dirigentes dieron por concluida la fusión con Fatucen y articularon la mudanza definitiva a Los Ángeles.

Nunca más Puente Alto vería la disputa de fútbol profesional en sus canchas. Juventud Puente Alto -el JUPA- y Luis Matte Larraín han jugado con escaso éxito en Tercera División; Fatucen aún existe como club amateur.

Fotos: archivo revista Gol y Gol.

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