Por Ernesto Bustos
Cuando escuché por primera vez a The Police no paré más. Invierno de 1981 y después de un largo viaje de mi padre por el Reino Unido, Canadá y Estados Unidos, el ritual que esperé por semanas: se abre una maleta con vinilos de Blondie, Pink Floyd, Paul McCartney, Creedence Clearwater Revival, Air Supply y Chicago. El viejo me mira a los ojos y me estira la mano con un disco de The Police y un título extraño, «Reggatta de Blanc». Ahí comenzó todo. Al verano siguiente estarían en Viña del Mar y lo demás es historia conocida para el común de la gente.
Sin embargo, la siguiente historia no lo es tanto. Aprovechando la lectura de la autobiografía de Sting («Broken Music», título original), llegué a los primeros pasos del ex líder de The Police en la música. Está claro que los nombres de la Newcastle Big Band, la Phoenix Jazzmen y Last Exit, el motivo de la siguiente columna, eran familiares. Bueno, unos más que otros, debo ser honesto. Pero algo de esos primeros años, el gusto por el jazz que profesaba Sting hacia fines de los ’60 y comienzos de los ’70, quedaría plasmado en la película documental Bring on the night (1985), que vi varias veces en el Centro Cultural Estación Mapocho, a mediados a los ’80.
Sin embargo, Last Exit representó para Gordon Matthew Thomas Sumner el antecedente musical previo al éxito cosechado con The Police. Cercanos al jazz fusión y el funk, la historia comenzó en 1971 cuando Sting se matriculó en la Northern Counties Teacher Training College de Newcastle. Ahí conoció al tecladista Gerry Richardson y aunque en un comienzo la relación de amistad no pasó de ser eso, una simple relación de compañeros de colegio, el interés se activó cuando supo que Gordon conocía a un baterista, de nombre Paul Elliot, quien cooperó para la causa con una furgoneta y un amplificador. Al poco tiempo surgiría Earthrise, banda de corta vida.
Las idas y venidas de Gerry y Sting desde Newcastle a Londres por motivos académicos, culminarían en octubre de 1974, cuando deciden formar junto a John Hedley (guitarra) y Ronnie Pearson (batería) Last Exit. El nombre fue tomado de la novela de Hubert Selby Jr, “Last exit to Brooklyn”.
Sting relata en su autobiografía que su primera experiencia de música en vivo fue viendo a la Graham Bond Organisation en el club Go Go de Newcastle, donde vio por primera vez a unos desconocidos -hasta ese momento- Jack Bruce y Ginger Baker. Luego volvería a aquel local para ver a John Mayall y los Bluesbreakers, aunque nada de eso se compara con el «torbellino» que describe Sting con la visita de Jimi Hendrix. Era diciembre de 1966 y a los pocos días aterrizaría en el Go Go.
Otro momento memorable en la formación musical de Sting y por extensión de Last Exit fue la apertura del show de Return to Forever. Fue en 1973, en la Escuela Universitaria Politécnica de Newcastle. Así lo describiría en su autobiografía aquella experiencia, un tanto desalentadora, por la forma indiferente que encararon ese show. «Fue impresionante. Ver a Lenny White atacar la batería con una ferocidad y una técnica increíbles destrozó las ilusiones que se hacía nuestro Ronnie de ser algo más que un ruidoso artesano, y Andy, nuestro pianista y líder, se quedó sencillamente boquiabierto ante el dominio del Fender Rhodes, deslumbrante e incluso inexplicable, del señor Corea. Por suerte, en aquella época no teníamos guitarrista, porque estoy convencido de que alguna que otra muñeca habría acabado cortada si a algún pobre desgraciado le hubiera tocado compararse con Bill Connors en acción. A mi fue el bajista que me dejó totalmente desmoralizado. En el mundo de mi instrumento, Stanley Clarke había reinventado la rueda. Sus descargas, sus golpes de pulgar y sus asombrosas series de semicorcheas hicieron pasar el bajo, que a menudo era un mero apoyo lento y pesado para la armonía, a la primera fila del grupo… Lo único que me animó fue que no había nadie en el grupo que cantara. Si conseguía elevar mi nivel de interpretación instrumental hasta un cuarto del que había demostrado el señor Clarke y cantar al mismo tiempo, podría mantener la confianza en que aún merecía aspirar a algo en aquel universo completamente redefinido».
Hecho. Desde aquella noche, Last Exit intentaría configurar como su referencia musical a la banda de Chick Corea. Similar instrumentalización y similar base de jazz fusión, más un cantante.
Avanzando a la primavera de 1975, Last Exit consiguió un par de horas en los Impulse Sound Studios de Wallsend para registrar varias maquetas. La bitácora señala que el 23 de febrero de ese año, la agrupación grabó dos tomas de “I got it made”; el 7 de marzo “I’m on this train”; y el 3 de abril “Oh my God” (o “Oh my gawd”, como figura en la hoja de grabaciones) en una cinta.
Dave Wood, propietario de los Impulse Sound Studios, conocía a Sting desde hacía muchos años. Durante todo 1975 y parte de 1976 grabó el siguiente material: “We got something”, “Truth kills everybody”, la versión lenta de “Whispering voices”, “Even song”, “I can’t say”, “Savage beast”, la versión de 3’43 de “Whispering voices” y versiones como “Sunshine of my life”, “Three card rag”, “Put on your wings and fly” y temas instrumentales incluyendo el homónimo “Last Exit”.
Lo interesante de todo esto es que, revisando el material disponible de la banda, se identifica que «Savage Beast», por ejemplo, terminó siendo «We work the black seam», del primer disco solista de Sting en 1985. Y Carrion Prince», de 1974, «Bring on the night» del Reggatta de Blanc de The Police (1979).
La historia que vendría después es más conocida. Last Exit continuó su dispar transitar por el circuito local y un par de viajes por Europa. En 1976 son nominados por la revista Sounds como promesa musical para ese año. Hubo algunos cambios en su formación. Sting conoce a Stewart Copeland y en 1977, junto al guitarrista de origen francés Henry Padovani comienzan a abrirse paso en la agitada movida punk londinense. La poca experiencia de este último generó los primeros roces en el trío. Copeland insistía en mantenerlo. Sting no estaba conforme con su desempeño y le incomodaba tocar punk por lo limitada de su estructura musical. Luego vendría el encuentro con Andy Summers y el ultimátum de este al comprobar que Padovani no tocaba nada.
Ahí la vida cambió y Last Exit pasó a ser un grato recuerdo en los inicios de Sting.