Después de las Fiestas Patrias de 1983 llegó a mis manos por una casualidad el disco Metal Battle, con una selección de lo más oreja -en ese entonces- de la NWOBHM. Curiosamente había una banda que, sonando similar al resto, no era inglesa. Por primera vez me sorprendía con Mercyful Fate. Se trataba de un sonido más melódico y de una voz que, debo reconocer, me hizo tener pesadillas desde ese momento.
Exportados directamente desde Dinamarca, la banda liderada por el carismático King Diamond (nacido como Kim Bendix Petersen, en Copenhague, 14 de junio de 1956), marcaban territorio en esa compilación con «Black Funeral». También habían otras perlas de la época como la taquillera «Mind Over Metal» de Raven, «Motormount» de Anvil (también el primer tema que escuché de los canadienses), la potente «Laughing In The Face Of Death» de Tank, la ruidosa y sucia «Leave Me In Hell» de Venom y la casi bailable «Dancin'» de Hellanbach, entre otras.
Ok, el tema es que «Black Funeral» acaba de cumplir 30 años desde que Melissa, el debut de la banda, saliera al mercado un 30 de octubre de 1983.
Y fue tan sólo hace algunos días que Hank Shermann y Michael Denner, la dupla de guitarras, se reunieron en el departamento de este último en Copenhague para tocar el disco, recordar algunos pasajes de la grabación y repasar cada riff, tema por tema. Atención, ya existe un video colgado en la red que inmortalizó ese momento.
Pero vamos a lo que nos convoca. Hablar de Melissa es afirmar que fue un “admirable” álbum de heavy metal tradicional, con un sonido marcadamente inglés, pero con un toque de oscuridad en el concepto e imagen, que transformó a Mercyful Fate en una banda única hasta hoy. Siete canciones de heavy puro y una voz incomparable de King Diamond que oscila entre gruñidos y falsetes tenebrosos. Esto, qué duda cabe, terminó siendo la marca registrada de la banda.
Ojo, King Diamond no es un portento de voz, pero sí un frontman capaz de cautivar e intimidar a la audiencia, creando el más espeluznante ambiente en los discos y en directo. Volvemos, una vez más a lo mismo. La música de Mercyful Fate y King Diamond es única y el sucesor de Melissa, Don’t Break the Oath (1984), confirmó lo que muchos críticos de la época de fanzines y publicaciones más formales tipo Metal Hammer o Kerrang suponían: Mercyful Fate no es sólo imagen; también es heavy metal rigurosamente bien trabajado, tanto en sonido como en una imagen que pasaba a llevar la estética black metal.
Otra cosa. Melissa contiene varios riffs emblemáticos del heavy más tradicional patentados por la dupla Shermann y Denner y sincronizados eficientemente con la base rítmica a cargo de Kim Ruzz en batería y Timi Hansen en bajo.
Fue hace 30 años que nació Melissa, el debut en la Primera División del heavy metal para Mercyful Fate. Y como no pretendo dar una lata hablando de cada canción, diré que la grandeza de este disco se representa por la variedad y la coherencia en el resultado final de una obra que ha sabido envejecer con dignidad, tal como siguen sonando los riffs desde «Evil» hasta el tema que le da nombre al disco. Las tres décadas de Melissa ya son una realidad.