El 22 de noviembre de 1968, se lanzó un álbum doble de portada blanca, con una inscripción transparente que decía “The Beatles”. Era el primer disco homónimo que lanzaban, y la culminación de un proceso que los tuvo al menos medio año ocupados en los estudios de la EMI ubicados en Abbey Road.
Radio Futuro dedica todo el mes al aniversario número 45 del “Álbum Blanco” de los Beatles. Durante estas semanas, desmenuzaremos cada uno de los tracks, recorriendo el calendario de 1968.
Honey Pie (1, 2, 4 octubre)
¿Si a John Lennon le daba ataque la sentimental Honey Pie, por qué trabajó tanto en su solo de guitarra? La imitación del estilo de época le sale perfecto, y lo mismo corre para los arreglos de saxo y clarinete de George Martin. Son los Beatles regresando a los orígenes del pop, al mismo continente perdido de When I’m sixty four; pero lo que en Sgt. Pepper era una perfecta expresión de melancolía, inserto en la variedad del álbum blanco se convierte en pura provocación.
Savoy truffle (3-5/11-14 octubre)
Los jazzistas convocados por George Harrison en las sesiones de Savoy Truffle no quedaron muy felices cuando escucharon sus arreglos en la comprimida versión final, pero la distorsión hace sentido en esta canción inspirada en la obsesión de Eric Clapton por los chocolates rellenos. Tanto azúcar hace mal, canta George, y aprovecha de darle una repasada a la relamida Ob-la-di Ob-la-da y al gusto de McCartney por complacer a toda costa siendo dulzón…
Martha my dear (4-5 octubre)
Temporalmente alojados en los estudios Trident a principios de octubre, McCartney y George Martin se batieron por sí solos tocando y orquestando las pistas de la extravagante Martha my dear. Por largo tiempo se creyó que la canción era un homenaje a la ovejera escocesa de Paul; pero él mismo ha dado pistas que la destinataria secreta era su novia Jane Asher, la actriz que durante buena parte de su era beatle fue su objeto de inspiración.
Long Long Long (7-9 octubre)
Desde fuera, Long Long Long parece otra de las canciones introspectivas que Harrison aportaba en cada álbum de los Beatles, pero toda su energía y agresividad contenidas explotan en el remate, y por casualidad: los acordes en el Hammond de McCartney hacen vibrar una botella de vino apoyada en el gabinete del instrumento, el que -junto a la batería de Ringo-, crea un inmenso redoble, sugiriendo la inminencia de un final… o, alguien ha comentado por ahí, la posibilidad espiritual de un nuevo comienzo.
I’m so tired (8 octubre)
En el extremo opuesto de la relajada I’m only sleeping, I’m so tired fue noqueada el 8 de octubre en unas cuantas tomas, por un Lennon que -desde el viaje a la India- venía aquejado por ataques de insomnio y angustia. Él culpaba a su matrimonio que, según decía, se venía abajo, pero como queda claro en la exquisita lentitud de la canción, es evidente que el beatle John concebía al hastío y el tedio como una de las bellas artes.
The Continuing Story of Bungalow Bill (8 octubre)
Riéndose de un gringo que se las daba de cazador de tigres en la jungla de Rishikesh, John escribió The Continuing Story of Bungalow Bill en el ashram del Maharishi, inspirado en Stay as sweet as you are, una clásica melodía de salón de los años 30. La grabación en Abbey Road no fue muy distinta: guitarras en mano, todos a coro, Yoko Ono incluida… tres tomas y listo, todos felices… como en los viejos tiempos.
Why don’t we do it in the road (9-10 octubre)
La mezcla final del álbum blanco ya había comenzado el 9 de octubre, cuando McCartney llevó a Ringo al estudio 1 de Abbey Road para grabar a la carrera un blues que llevaba en la cabeza desde que vio a dos monos copulando en las calles de Rishikesh… John Lennon se puso furioso cuando supo que Paul no lo había invitado a grabar Why don’t we do it in the road?, pero claro: él había hecho lo mismo con Revolution 9. La venganza es dulce, dicen…
Julia (13 octubre)
Tanto coraje necesitó John Lennon para grabar las pistas de Julia, que sus primeros intentos sólo contienen murmullos, acompañando a la melodía. Era el 13 de octubre del 68, era él último día de grabación, y muchas de las imágenes contenida en este sublime homenaje a su madre, provienen de sus primeros días junto a Yoko. Cabellos de cielo flotante, ojos de conchas marinas, una sonrisa de brisa, arena durmiente, nube de silencio… Palabras que se pronuncian para alcanzar el infinito, que se disuelven en el aire.