MALDITO ROCK AND ROLL

El panteón de la música popular

Equipo Futuro |

Algunas reflexiones sobre el Salón de la Fama del Rock And Roll.

Por Héctor Muñoz Tapia

Desde siempre he sido un entusiasta de todo el proceso que conlleva el Salón de la Fama del Rock And Roll. Hay algo de legitimidad que me parece sublime, ese poner las cosas en su lugar e inmortalizarlas para dejar una muestra concreta de lo que significó para la vida de muchas personas. Siento que esa instancia, por más que sea una institución conservadora que muchas veces se equivoca en su temor al futuro, tiene mucho de justicia… simbólica, pero justicia al fin.

Sin embargo, viendo cómo se ha desarrollado el criterio a la hora de nominar y luego elegir a los que son inducidos, me encuentro en la obligación de despejar la cabeza y ver los hechos de forma tangible. El ingreso al Hall Of Fame te pide dos requisitos, uno concreto y el otro subjetivo. El primero, y este no lo discute nadie, 25 años del lanzamiento de la primera grabación del inducido. El segundo, y acá es donde se nos presentan los problemas, es la TRASCENDENCIA y la INNOVACIÓN del que opta a ingresar. ¿Qué fue lo que ha hecho en su camino recorrido? ¿Nos presentó propuestas que nunca antes vimos? ¿Tuvo su propia voz? ¿O siguió una tradición ancestral, como los estudiantes de Medicina hijos de doctores?

El otro factor importante a considerar es qué entendemos por “rock and roll”. Ciertamente, Estados Unidos agrupa en esta etiqueta a muchas tendencias distintas entre sí. Si nos criamos con riffs poderosos, nos provoca rechazo instintivo saber que el Hall Of Fame ha dado la bienvenida a números de la música Disco, del Hip Hop o del Country. “Eso no es rock, ¿qué tienen que hacer ahí?” «¿Cómo es posible que Deep Purple, siendo pieza fundamental en el Hard Rock, aún no ingrese y sí estén Public Enemy, Donna Summer o incluso Madonna?» «¿Y el desaire a Yes, pieza clave en llevar el progresivo a las radios FM en los 70?». Los casos son como para hacer una larga e interminable lista.

En vista de los hechos y las decisiones, debemos tenerlo asumido. Rock And Roll es música popular. Tan amplio y tolerante como debe ser. Una filtrada por lo que pegó “en América”, el viejo sueño de todos los británicos que se volvieron locos con Elvis y el blues y cruzaron el Atlántico para arrasar con todo. Es el sueño americano llevado a la música, la conquista a los “gringos” que te catapulta al resto del mundo. Y en ese contexto, es probable que no tengan cabida el mundo de bandas del Progresivo ni del Heavy Metal, salvo casos que “la hicieron” en mercado norteamericano. Los que hicieron giras exitosas y lograron traspasar las barreras de su propio mundo. Fue lo que le pasó a Peter Gabriel, quien ingresará en esta pasada. O lo de Nirvana, que cambió para siempre los códigos en el mundo del rock y en la escena del maisntream hace 2 décadas. Esos son los parámetros que se evalúan.

A fin de cuentas, hay que tomar el Salón de la Fama del Rock And Roll como es: un panteón de la música popular. La muestra esencial para comprender el cambio cultural que se gestó en el Siglo XX, y que se sigue desarrollando. ¿Cómo será cuando, por el requisito del cuarto de siglo, ya estén listos para ingresar fenómenos populares de la era de Internet, criados bajo distintos prismas? De seguro, seguirá siendo un movimiento entretenido de ver, como hasta ahora lo ha sido.

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