Por Ernesto Bustos
Hoy no voy a dar la lata de recordar la primera vez que escuché a AC/DC, ni el primer disco que tuve, ni si me gusta más la banda con Bon Scott o con Brian Johnson.
Tampoco pretendo meterme en la discusión del mejor disco, el que más vendió o la gira más espectacular que la banda haya hecho en cuatro decenios. Hoy quiero analizar, para bien o para mal (eso depende del cristal con que se mire), ¿por qué AC/DC ha triunfado y sigue triunfando en 40 años sin haber modificado un ápice sus convicciones musicales?
¿Por qué después de 40 años AC/DC sigue siendo tan popular, llenando estadios, vendiendo discos y acrecentando su base de seguidores? Una primera aproximación para responder sería, sin ser redundante, su consecuencia musical. Hay un dato que refuerza lo que sostengo. Entre 1983 y 1985, tras las ediciones de Flick of the Switch y Fly on the Wall, los más flojos en cuanto a ventas y criticados por la prensa mundial, AC/DC continuó girando por el mundo con arenas repletas y siendo cabeza de cartel del Monster of Rock o el Donnington, sólo para citar dos de los festivales de categoría A en el universo rockero.
Otra tesis. AC/DC es una excepción a la regla en 40 años de trayectoria y citaré un par de buenos ejemplos. Mientras los Rolling Stones, Kiss, Rush o Metallica cambiaban -con matices- su sonido y lo adecuaban a los tiempos que corrían, la agrupación de los hermanos Young se mantiene firme hasta hoy en sus convicciones, sin variar en lo más mínimo su fórmula. Los Stones fueron vanguardistas mientras Brian Jones estuvo vivo, después se desataron. Kiss supo adaptarse a las tendencias imperantes por moda. Rush hizo lo propio con cada cambio de década motivado por la inquietud musical de sus integrantes. Y en el caso de Metallica cruzamos la moda y la inquietud por experimentar con nuevos sonidos.
Pues bien. AC/DC no se sitúa en ninguno de los extremos que acabo de mencionar. Si el rock es sinónimo de rebeldía y de romper con estructuras establecidas, Angus Young y los suyos adoptan esa rebeldía del rock más que la opción de un quiebre. En palabras simples, una frase futbolera: equipo que gana, repite. Ahí está la astucia, viveza o, sencillamente, la capacidad de reconocer las fortalezas de su negocio en el rock y perpetuarlo en el tiempo.
AC/DC es una de las pocas bandas sino la única que no ha cambiado el sonido del viejo Rock and Roll y esa fórmula le da dado resultado y, claro, millones en sus cuentas corriente. Un último ejemplo para reforzar lo dicho. Black Ice, su último disco, se editó en 2008 y fue el primero en 8 años. Sus fanáticos jamás le reprocharon a la banda tanto tiempo de demora. Al contrario, la aparición de Black Ice se celebró como el suceso del año y la crítica no tardó en dar su aprobación.
Ya han transcurrido cinco años desde aquella última publicación y entonces ¿qué esperar ahora? De acuerdo a las últimas informaciones, por el momento «no hay nada en marcha», sostuvo Cliff Williams, en una entrevista para la BackstageAxxess, durante la feria NAMM para profesionales de la música, celebrada en enero pasado en Los Angeles. «Todavía nos estamos recuperando del último tour, así que estamos cada uno con nuestras cosas. Los chicos -Malcolm y Angus Young- están escribiendo material y cuando tengan algo para enseñarnos, nos avisarán».
Lo cierto es que a estas alturas, con 40 años a cuesta y millones de kilómetros “on the road”, a AC/DC se le perdona todo y si tienen que pasar otros 8 años para conocer nuevo material y una gira mundial, pues bien, así será. Sin embargo, no creo que pase mucho tiempo. Los tipos están próximos a los 60 (algunos ya ingresaron al último tercio) y cada vez se hace más complejo salir de gira y someterse al rigor que implica subirse a un avión, probar sonido, atender a la prensa, tocar, dormir pocas horas, subirse nuevamente al avión, viajar, probar sonido, atender una vez más a la prensa y tocar durante 365 días. Ahí está la clave de estos 40 años y el éxito sin siquiera haberse despeinado. Consecuencia llaman a eso.