PUNTERO FANTASMA

“Real O’Higgins”: el equipo que debía ser campeón

Felipe Pumarino |

Tras su polémico ascenso en 1954 -cuando Rancagua casi se quedó sin fútbol rentado- O’Higgins vivió varias temporadas lánguidas en Primera. En 1959, sin embargo, todo pareció enrielarse.

Guiados por el DT José Salerno y con grandes actuaciones de René Meléndez -artífice de los 2 títulos de Everton a comienzos de esa década- los rancagüinos acabaron cuartos. Su centrodelantero José Benito Ríos, además, fue goleador del infartante torneo ganado por el naciente Ballet Azul.

La dirigencia celeste decidió entonces que el club estaba para cosas aún más grandes. Al inicio de la siguiente temporada, se anunció una contratación bombástica: Jorge Robledo volvería del ostracismo para llegar a Rancagua. El popular “Gringo George”, protagonista de una revolución táctica y mediática en el fútbol chileno, había pasado todo 1959 castigado por la dirigencia central tras romper unilateralmente su contrato con Colo Colo.

Para sumar peso específico, O’Higgins además repatrió desde el Granada español a Jaime Ramírez, futuro mundialista y eterno patiperro. Y desde River Plate llegó el lateral y seleccionado argentino Federico Vairo.

En teoría, el quinteto Vairo-Meléndez-Robledo-Ríos-Ramírez parecía un tanque sin frenos que en 1960 amenazaba con pasar por encima con todos. La prensa lo bautizó como “Real O’Higgins”, especie de réplica sudamericana del multicampeón Real Madrid que entonces arrasaba en Europa. “Hoy comienza la lucha por el segundo lugar”, se atrevió a titular el diario El Rancagüino antes del inicio del campeonato. El mufazo fue descomunal.

¿Qué pasó? Lo típico. La asamblea de talento reunida en el plantel nunca acabó de cuajar, el DT Salerno fue despedido a mitad de torneo y al cabo O’Higgins acabó 7°, muy lejos de sus sueños de gloria. El cuadro pronto se desmanteló y dos años después acabaría descendiendo.

Desde entonces, los celestes vivirían medio siglo de altibajos. Pese a esporádicas buenas campañas y a la incondicionalidad de sus hinchas, jamás volverían a despuntar como serios candidatos al título. Al cabo, la proeza de llevar la copa de campeón al sur de Santiago sólo la lograría Huachipato.

Eso, claro, hasta hoy.

O’Higgins es el segundo campeón del sur. Y no sólo eso: por primera vez en 33 años -desde el primer título de Cobreloa en 1980- el fútbol chileno suma un monarca nuevo. A partir de este 2013, nuestros campeones son 15.

Imágenes: Revista Estadio.

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