Por Ernesto Bustos
Liverpool no es sólo Beatles, la cuna de John, Paul, George y Ringo o el hábitat donde conviven los fanáticos de los Reds, el Everton y un más modesto Tranmere Rovers, de la Football League One o tercera división, también perteneciente al condado de Merseyside. Liverpool también vio nacer a Carcass, el referente más importante de la escena death, grindcore metal inglés (junto a Napalm Death).
Finalizaron sus días en una primera etapa en 1996. No hubo show de despedida ni comunicado anunciando la separación de la banda. Tal vez el único testimonio de esos años fue «Swansong», el disco que puso fin, precisamente, a nueve años de transitar ininterrupido y cuyas perlas más valoradas fueron los clásicos «Necroticism: Descanting the Insalubrious» (1991) y «Heartwork» (1993).
Sin embargo, para hablar de Jeff Walker y su tropa debo remontarme a la primera mitad de los ’90 y recordar más de alguna conversación con compañeros de universidad donde se me señalaba que pusiera oído al death metal made in USA y al death metal made in England (y los subgéneros que se desprenden). «Si te das cuenta -explicaban- Death, Morbid Angel, Obituary o Cannibal Corpse suenan muy distintos a Carcass, Bolt Thrower o Napalm Death». Claro, era verdad. El ejercicio también lo repetía en plenos ’80 cuando descubría el thrash de la Bay Area de San Francisco y su respuesta en la desaparecida Alemania Federal. La historia se repite: Slayer, Megadeth, Anthrax, Metallica o Exodus sonaban distinto a Kreator, Sodom, Tankard o Destruction, aunque la idea y el concepto musical fueran similares.
Ok, no pretendo hacer un tratado sociológico sobre el metal y sus orígenes. Además, a estas alturas es una lata tener que hablar de algo que, supongo, los fanáticos conocen de sobra.
Pero donde debo ser honesto es en la aparición de «Surgical Steel», el disco que certificó el regreso de Carcass, en septiembre pasado, vía Nuclear Blast, después de 17 años. Pasaron Firebird, Blackstar, Brujería, Spiritual Beggars, Arch Enemy y Electro Hippies, entre otros caminos tomados por sus integrantes, hasta que en 2007 deciden unir fuerzas nuevamente, tocar en festivales, hacer una gira mundial y aterrizar en Chile en abril pasado con motivo del segundo Metal Fest. Pero ojo, esta versión 2013 no incluye a Ken Owen (sufrió una hemorragia cerebral que lo mantuvo un año en coma) y Michael Amott (dedicado tiempo completo a Arch Enemy). Hoy Carcass lo integran los fundadores Jeff Walker y Bill Steer, más Daniel Wilding (batería) y Ben Ash (guitarra).
«Surgical Steel» es retroceder, al menos dos décadas y situarnos en plena revolución mediática del recordado MTV de comienzos de los ’90 y Headbangers Ball. Ahí conocí a Carcass y debo reconocer que «No love lost» marcó un antes y un después en la forma que asimilé el metal surgido en los ’80 y que Pantera redefiniera magistralmente en cuanto a sonido en la década siguiente.
Los 17 años de silencio entre «Swansong» y «Surgical Steel» parecieran no haber hecho mella en la dupla Walker-Steer. La nueva apuesta musical confirma, además, una suerte de ampliación del mensaje original en la propuesta de la agrupación, claro que más variada y acorde a los tiempos que corren. Acá hay de todo lo que un buen conocedor de su música espera encontrar: brutalidad pura, excelente trabajo de guitarras, la guturalidad característica de Jeff Walker y unas letras que mantienen temáticas sobre patologías y procedimientos quirúrgicos. En fin, todo un clásico de Carcass.
«Surgical Steell» no da respiro. Desde la la obertura «1985», año que señala la formación de la banda, pasando por la rapidísima «Thrasher’s Abattoir» (ojo, sólo dura 1:50 y es capaz de matar a cualquiera), «Cadaver Pouch Conveyor System», «A Congealed Clot of Blood» y A Master Butcher’s Apron», los cinco primeros cortes, establecen el rayado de cancha de una banda que pretende recuperar el sitial que abandonó en 1996.
El disco posee elementos del pasado, qué duda cabe. Ahí están sus años de fama. Ahí Carcass se perfiló como una institución de metal extremo… y melódico. Ahí Carcass recibió el reconocimiento de la «verdadera» crítica especializada y del público que terminó por perdonar, con ciertos reparos, su separación sin previo aviso.
Una reflexión para el final. De 1 a 10, «Surgical Steel» se lleva un 7 o, tal vez, un 8 por lo siguiente. 17 años de silencio es demasiado tiempo y en 17 años pasa de todo. Si «Surgical Steel» hubiese aparecido a mediados de los ’90 habría sido un genuino suceso. Hoy es distinto. El público es otro y sólo los más viejos entendemos “cabalmente” lo que Carcass representó en su momento.
Este nuevo material cumple y está a la altura. Pero no sé si los más jóvenes entenderán eso. La interrogante queda planteada. Yo, al menos, me di el tiempo de escuchar y comparar (algo inevitable). La conclusión fue esperable: Carcass fue grande y seguirá siendo grande mientras exista talento, compromiso y, claro, ganas de parte de la dupla Walker-Steer por mantener vivo el legado de su propia música.