Llegué muy por casualidad a la banda de Simon Collins. No fue a través de cualquier disco de Genesis, una de mis cinco bandas de cabecera. O por un disco solista del «Pelado Colina» (llevo tres semanas pegado con «Face Value», al extremo que encargué el vinilo a Europa, por una módica suma).
Fue el azar. Así de simple. Buscando material para esta columna hace algunas semanas, “chuta”, di con Simon Collins, el mismo a quien su padre hace referencia en «Please, don’t ask», el desgarrador relato de su rompimiento matrimonial plasmado en la versión 1980 de Genesis. En fin, el hijo de Phil Collins tiene banda propia y el año pasado, bajo el nombre de Sound of Contact, editó Dimensionaut, el primer disco de la agrupación que además integran, formalmente o como colaboradores en vivo, Matt Dorsey (guitarra, bajo y coros), David Kerzner (teclado y coros) y Kelly Nordstrom (guitarra, bajo), Randy McStine (guitarra), John Wesley (guitarra) y Ronen Gordon (batería).
Dimensionaut parte su etapa de gestación cuando Simon Collins y David Kerzner participan en el disco Genesis Revisited II de Steve Hackett. Ahí ambos músicos aportan con una excelente versión de Supper’s Ready. Lo que vino después fue la consolidación de la idea y la sumatoria de músicos para dar vida a Sound of Contact.
Por lo mismo, que no extrañe que el espíritu de Genesis acompañe, al menos en este primer intento, los pasos de la agrupación. Primero, mencionando su gestación. Y segundo, porque al describir de qué está compuesto Dimensionaut, no cabe duda que las «referencias» nos llevan a distintos momentos del Genesis comandado por Phil Collins. También hay espacio para otros sonidos emparentados, tipo Pendragon, Marillion o Porcupine Tree. Se trata sólo de referencias, que quede claro.
Y que no se malentienda. Decir que este primer disco de Sound of Contact evoca pasajes «genesianos», en nada le resta merecimientos. Al contrario, me queda claro que los 75 minutos de música que nos entrega esta agrupación promete abrir un camino propio, a la sombra o no del pasado que representa la herencia paterna (eso está por verse).
A la postre, lo que interesa es la música. Sound of Contact logra proyectar excelentes pasajes instrumentales y canciones interpretadas de muy buena forma por Simon Collins. Su timbre vocal es similar al de su padre, eso es verdad. Y la forma de tocar la batería también recuerda que el factor genético hace lo suyo. Puntos altos: “Not Coming Down” (uno de los singles), la sweet de 19 minutos “Möbius Slip” y “Cosmic Distance Ladder”, donde Simon se luce como baterista.
Todo en Dimensionaut es destacable. Cada melodía nos acerca a profundos sentimientos mediante una instrumentación cuidada y que denota talento de parte de los músicos que componen Sound of Contact. Si a eso añadimos una dosis de épica, romanticismo y pasajes atmosféricos notables, el producto final es un disco sobresaliente.
Dimensionaut va más allá de la herencia paterna y Simon Collins lo sabe. Es un primer intento en formato de banda y el resultado final suma expectativas a lo que pueda venir a futuro. Sound of Contact sí que aporta.