Debo reconocer que jamás imaginé que aquel personaje que acompañaba siempre a los Beatles y que, insignificantemente, se le viera golpeando un yunque con un martillo en «Maxwell’s Silver Hammer» en la película Let it be (toma que no se incluyó en la grabación final), con el tiempo cobraría mucha relevancia.
El pasado 5 de enero se cumplieron 38 años de la muerte de Mal Evans, el asistente personal, roadie, chofer, guardaespalda y amigo de los Beatles desde sus tempranos shows en The Cavern Club y que perdiera la vida en un confuso incidente por disparos realizados por agentes del departamento de policía de Los Angeles, cuando equivocadamente pensaron que la pistola de aire que sostenía Mal era en realidad un arma de fuego.
Pero lo peor llegó por partida doble. El que se pensó era el archivo inédito más valioso de los Beatles, la maleta que contenía escritos de la época, recuerdos y grabaciones desconocidas, se extravió durante el curso de la investigación. En junio de 2004, un turista inglés, Frasier Claughton, adquirió dicha maleta en una feria libre por unos 36 dólares en Melbourne, Australia, desconociendo su contenido. Sin embargo, dos meses después, expertos determinaron que todo lo que había en aquella misteriosa maleta eran fotocopias.
¿Pero quién era este hombre alto, de aspecto bonachón aunque intimidamente a veces, que fue capaz de llevarse a la tumba varios secretos de los Fab Four?
Todo comenzó, obvio, en Liverpool. Mal Evans era un amante del rock que se escapaba de su trabajo, en el servicio postal inglés, para disfrutar de los shows que John, Paul, Ringo y George ofrecían en horario de misa en el Cavern. Aprovechando su metro noventa de estatura, a George Harrison se le ocurrió que podría ser un eficiente portero para el local. Poco después, en cuanto los Beatles alcanzaron fama y notoriedad, Mal entró a formar parte del círculo íntimo del cuarteto.
Durante los diez años que desempeñó el cargo de director de giras, Mal Evans fue testigo privilegiado de su espectacular triunfo. Vivió de primera mano sus años de esplendor y asistió a su disolución, que culminó con el anuncio oficial en abril de 1970.
Son varios los episodios que Mal Evans registraba en su diario. Acá van algunos de ellos ordenados cronológicamente.
-Chofer y asistente personal: luego de renunciar a su trabajo en correos, Evans dedicó tiempo completo a la banda. En ese momento satisfacía cualquier capricho de los músicos. Un ejemplo. John Lennon solía pedirle calcetines y el hombre llegada con media docena de pares de algodón azul.
-Parranda lésbica: para celebrar el primer N°1 en Estados Unidos en 1964, Brian Epstein organizó una fiesta en el hotel donde alojaban. Un grupo de periodistas contrataron dos prostitutas que realizaron una performance de antología, que no dejó nada a la imaginación.
-Drogas: Mal Evans siempre recuerda una juerga con Paul McCartney, los días 19 y 20 de enero de 1967. De la fiesta recuerda poco. Sólo que cuando despertó, después de dormir casi un día completo, sentía que un tren le había pasado encima.
-Un millonario sin dinero: Paul McCartney siempre fue desprendido y generoso con el dinero que ganaba. En una ocasión llegó con Mal Evans a un restaurant sin cash, pasaporte ni equipaje. Comenzaron a consumir, confiados que la oficina de EMI en Londres les adelantaría algunos pagos por conceptos de ventas y derechos de autor. Nada. Todo el consumo se cargó al crédito de Paul hasta que el dueño del local, sospechando que su distinguido cliente no tenía cómo pagar la cuenta, lo invitó a abandonar el local, no sin antes dejar una garantía.
-La vida feliz en India: Mal Evans fue parte de la avanzada del staff. Lo hizo en febrero de 1968 y abandonó ese país un mes después que la banda finalizara de componer el White Album. En su bitácora escribía: «Cuesta creer que ya estemos una semana aquí. Se diría que la paz de espíritu que uno adquiere a través de la meditación hace que el tiempo pase volando».
-Sin grados: cuando las diferencias entre los cuatro Beatles se hicieron evidentes, Mal Evans fue degradado por Paul McCartney literalmente a la persona de los mandados. Eso, qué duda cabe, puso mal al asistente de metro noventa de estatura y sus finanzas personales entraron en colapso. ¿Quién vivía a fines de los ’60 en Inglaterra con 38 libras? «Después de tantos años, apenas tengo 70 libras en el banco», confesaba Evans.
-El final: la separación de los Beatles afectó en demasía a Mal Evans. Trabajó para Apple hasta 1974. Ese año se mudó a Los Angeles. Ese año también se había separado de su esposa, quien el 5 de enero de 1976 recibía vía telefónica la mala noticia. Mal había muerto a tiros en California por disparos de la policía. George Harrison donó 5.000 libras a la familia y desde entonces, Lily y su hijo Gary se han entrevistado dos veces con Paul McCartney para negociar los derechos de algunas letras de los Beatles a las que Mal contribuyó. Y no son pocas: puso su voz en «Yellow Submarine»; tocó el órgano Hammond en «You Won’t See Me»; la armónica en «Being for the Benefit of Mr. Kite!»; el pandero en «Dear Prudence»; la trompeta en «Helter Skelter»; hizo coros en «You Know My Name (Look Up The Number)»; y en el tema inédito «What’s The New Mary Jane».
Otro candidato más para ser el quinto Beatle.