MALDITO ROCK AND ROLL

34 años sin las locuras y la honestidad de Bon

Equipo Futuro |

Con Ernesto Bustos, recordamos borracheras e historias de carretera del ex cantante de AC/DC.

El primer gran vocalista de AC/DC era un borracho de aquellos. Feliz y asumido. Jamás lo escondió y lejos de ser problema, su adicción a la bebida siempre la enfrentó como una contingencia que sumaba en su vida más que cualquier problema de salud.

En esta ocasión no pretendo hablar de que Bon Scott nació en tal pueblo de Escocia, que se mudó a Australia en tal año, que sus primeras bandas antes de convertirse en cantante de AC/DC fueron las siguientes, que conoció a los hermanos Young en tal circunstancia o que en su primer show sucedió tal o cual cosa.

Hoy quiero hablar de un hombre común y corriente que, por las circunstancias de la vida, se transformó en rockstar. Porque convengamos una cosa para comenzar: Bon Scott siempre soñó ser estrella de rock. El problema era cómo conseguirlo.

Se me viene a la mente una cualidad de la condición humana. Honestidad fue una palabra que siempre le vino bien a Bon. Jamás una pose, nunca medias tintas. Si había que ir de frente, lo hacía, y si eso suponía un choque frontal, bueno, que sea esa la voluntad.

Bon Scott se cruzó en el camino de AC/DC por la casualidad. Antes de tomar el micrófono, fue el chofer de la banda. Todos los días manejaba el destartalado furgón que ocupaban para trasladar los equipos de la sala de ensayo al pub para tocar. Ahí se dio cuenta que perfectamente podría encajar en el grupo de los hermanos Young.

Estuvo a punto de alejarse de la música por un accidente en moto y por lo mismo se ganaba la vida haciendo «pololitos» menores. Pero la plaza de cantante ya estaba cubierta, entonces mejor ser parte de la familia como cercano antes que como uno más. Al menos así lo entendía el joven Bon durante ese tiempo que fue chofer de la primera versión de AC/DC.

En sus anteriores aventuras musicales, que no habían sido pocas, Bon Scott tocaba batería y, ocasionalmente, apoyaba vocalmente en The Spektors, en Easybeatso en Fremantale Scots Pipe Band. Incluso, quienes lo conocían mejor pensaban que el cantante tocaba desde pequeño la gaita. A los hermanos Young les insistía, una y otra vez, que podía tocar la batería, que le dieran una oportunidad.

Fue George Young, hermano mayor de Angus y Malcolm, quien cambió la historia. Observando a Bon Scott en las reuniones de amigos y en ensayos donde pasaba por ahí el futuro cantante, siempre vio en él a un potencial frontman. Otra cosa. El grupo no estaba conforme con el desempeño de Dave Evans, básicamente por un tema estético, pues parecía más un vocal de glam que de rock duro.

Ya convertido en cantante oficial de AC/DC, Bon Scott partió con un numerito. Salió a escena con dos botellas de bourbon y algo de speed (droga habitualmente conocida como metanfetamina, adictiva, que estimula el sistema cerebral, con mayor duración y menor intensidad que la cocaína). Cuenta la historia que se metió todo ese coctel químico en media hora y, lejos de causarle efectos inversos, enfrentó al público como si nada y lanzó el siguiente mensaje: «El que haya venido a ver a Dave Evans cantar con AC/DC no va a verlo esta noche porque el grupo lo ha echado porque se ha casado». Suave.

La banda era dinamita pura, pero fue Bon Scott el que encendió la mecha para lograr el estallido mayor. Con él, la banda encontró su verdadera personalidad y enfiló rumbo a la fama absoluta. En ese contexto de las cosas, el nuevo vocal era testosterona garantizada. Otra leyenda. Fanáticos del grupo, hablamos de fanáticos fanáticos, llegaron a solicitar su talento sexual para satisfacer a sus parejas. Un maestro.

En reiteradas ocasiones, Bon Scott aclaró que él era un cantante de rock y no una celebridad. Le gustaba la noche, las mujeres sin importar su belleza sino cómo lo hacían en la cama, el buen destilado y las peleas callejeras. Era un tipo leal y buen amigo. Cada vez que hacía su entrada triunfal a algún boliche, sea este cinco estrellas o un tugurio, no dudaba en invitar a una ronda para todos los parroquianos. Y si la noche se encendía, una segunda pasada estaba garantizada.

Una historia más. Rudolf Schenker, guitarrista y uno de los fundadores de Scorpions, cuenta que un buen día se topó con Bon Scott en un bar durante una gira en plenos ’70 en Australia. El músico reconoció que el cantante de AC/DC no le caía bien, porque lo creía la expresión máxima de la soberbia. Pero sucedió lo impensado. Se le acercó a la barra y le dijo: «¿Tú eres el guitarra de Scorpions, verdad?». Ahí surgió la amistad.

La última historia. Bon Scott era un tipo cercano a todo el mundo. Al final de la película «Let there be rock» es posible verlo regresando de una jornada de copas al hotel tras el show y compartiendo con sus seguidores como si nada. También supo homenajear a sus roadies, cuando usó en un show una polera con la leyenda «Staff». Cero altanería y endiosamiento. Un hombre común.

Hace 34 años Bon nos dejó. La noche del 18 al 19 de febrero de 1980 salió de fiesta por Londres, pero según los testigos, bebió poco en comparación a lo habitual. Fue un amigo, Alistair Kinnear quien lo llevó a casa. Su pareja no estaba, entonces llamó a una ex, Silver Smith, quien le sugirió que lo dejara «dormir la mona». Pero ¿dónde? El amigo lo dejó durmiendo en su auto, envuelto en una manta. Pasaron seis horas y un amigo de Alistair lo despertó. Le pidió por favor que echara un vistazo a Bon y este le dijo, para salir del paso, que ya no estaba. Kinnear pensó que se había ido a su casa. Faltaba lo peor. Cerca de las 8 de la tarde, cuando despertó definitivamente, bajó a la calle para salir nuevamente y horror. Bon Scott estaba ahí tal como lo había dejado durante la madrugada. Habían transcurrido 15 horas. Ya era tarde. El resto es historia conocida.

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