MALDITO ROCK AND ROLL

El día que Madrid rugió: Los 30 años de "Barón al Rojo Vivo"

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El 10 y 11 de febrero, la clásica banda española registraba su primer disco en directo. Ernesto Bustos recuerda el clásico registro.

Advierto que este es un gusto que me quiero dar. Si existe una banda y una música que retrata de cuerpo entero lo que fue mi adolescencia en plenos ’80, esa fue y es, sin duda, la obra de Barón Rojo.

No hay canción y no hay momento que no recuerde con cada riff de los hermanos De Castro, la voz de Sherpa (José Luis Campuzano), que al comienzo me engrupieron que se trataba de Camilo Sesto cantando heavy metal, y el parecido de Hermes Calabria con Charly García.

En fin, mi devoción por los «barones» surge en 1982, cuando llega a mis manos el disco «Volumen Brutal». Desde ese momento fue una banda de cabecera y, por lo mismo, hoy no puedo dejar pasar la ocasión para recordar las tres décadas de su gran registro en directo «Barón al Rojo Vivo» (1984).

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Fueron dos noches de pura pasión por el «heavy rock», como dicen en España. El 10 y 11 de febrero, en el Pabellón de Deportes del Real Madrid, Barón Rojo escribió la página más gloriosa en la historia del rock ibérico. 12 mil fanáticos, 6 mil la primera noche y otros 6 mil en la segunda, acudieron a la imperdible cita. La agrupación acababa de editar su tercer LP, «Metalmorfosis» (1983), el mismo que coronaba una historia que ya había entregado dos perlas anteriores con «Volumen Brutal» (1982) y «Larga Vida al Rock & Roll» (1981).

«Barón al Rojo Vivo» se editó en 1984 como disco doble. Sin embargo, dos años después el material sobrante, canciones desechadas de la primera selección, sirvieron para adornar una segunda entrega, titulada «Siempre estaís allí». Hablamos de una obra menor si la comparamos con la magnificencia de «Barón al… Una astilla del mismo palo, eso fue.

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¿Pero cómo grabar un show en directo para hacer historia? España vivía en pleno la transición, «la movida» era lo que mandaba entre la juventud tras la dictadura de Franco, el destape salía a flote en una sociedad española oprimida y en ese contexto el rock duro cantando en castellano también vivía transformaciones. Chapa Discos/Zafiro, sello que usufructuó de la fama de Barón Rojo y que jamás arriesgó en el incipiente mercado discográfico ibérico, editó una recopilación de grandes éxitos de la banda en noviembre de 1983 y apenas cuatro meses después, para sorpresa de muchos, alertados porque estos cuatro chavales se las traían, publicaba el doble en vivo.

Merecimientos habían y de sobra. Barón Rojo contaría con todos los recursos para llevar adelante tamaña empresa. La mejor puesta en escena, sonido, iluminación y los mejores profesionales al servicio del grupo, todos comandados por Jesús Caja, su histórico manager.

No había tiempo que perder. Desde Inglaterra se trajo la unidad móvil «Pumacrest Mobile» y se contrató al emergente productor e ingeniero de sonido Chis Tsangarides, un tipo con aspecto bonachón e ideas claras, que en esos años ya había colaborado con Rainbow, Iron Maiden y Samson. El patrón -así lo bautizaron los barones- fue secundado por Andrew Warwich y Mauricio Gaudenzi.

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Algunos datos que rodearon la grabación de «Barón al Rojo Vivo».

La expectación iba en aumento, conforme se hicieron públicas las intenciones de la banda en su afán de registrar esos dos conciertos en Madrid. Habían pasado varios meses desde que Barón Rojo tocara por última vez en la capital. Los valencianos de Zarpa abrieron ambas actuaciones ante un Pabellón de Deportes del Real Madrid a tope.

¿Qué pasaba en Chile en esos años? Con Barón Rojo había mucha onda. Los discos llegaban al país gracias a Rockshop y Fusión y se vendían bastante. Una vivencia personal: en el colegio, la radio que funcionaba en los recreos permitía tocar el tema homónimo, «Volumen Brutal», «Concierto para ellos», «El Malo», «Casi me mato», «Siempre estaís allí» («Los rockeros van al infierno», obviamente, fue censurada por los curas). Y las radios, Concierto, Carolina y Galaxia, programaban a la banda, incluso en sus programas discotequeros de fin de semana. Sí, Barón Rojo se tocaba en fiestas. Recuerden que el heavy metal y sus derivaciones pegaron fuerte en Chile en los incipientes ’80. Era taquilla escuchar la NWOBHM, Van Halen, Quiet Riot, Twisted Sister y los mismos barones abrieron paso para que otros grupos de ese país como Evo, Obus o los mismos Ángeles del Infierno también sonaran.

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En total se registraron 24 canciones, 15 que fueron a parar a «Barón al Rojo Vivo» y 9 a «Siempre estaís allí». Según relata Sherpa en el documental «Barón Rojo, la película», la grabación del disco resultó traumática, partiendo por la mala acústica del Pabellón de Deportes y el delicado trabajo de corte, edición y masterización para mejorar el audio. Entremedio, la banda siempre mantuvo una actitud de confrontación con su disquera, básicamente por el poco apoyo. Armando de Castro,  incluso, los tildó de poco jugados.

El disco doble fue puesto a la venta el 26 de marzo de 1984 (no recuerdo si llegó inmediatamente a Chile o tardó unos meses, pero sí estoy seguro que para finales del invierno o comienzos de la primavera de ese año el disco ya estaba en las estanterías de Rockshop, Fusión e incluso la Circus, que traía más material pop).

Como era de suponer, un hito tan importante para la historia del rock pesado en español merecía un video que inmortalizara los dos conciertos. Alfonso Arteseros, periodista y documentalista, se encargó de registrar con 6 cámaras unas 38 horas seguidas de música, backstage y entrevistas.

Acá sucedió lo extraño. No se sabe concretamente por qué Arteseros nunca terminó, al menos de manera formal, su trabajo. A la fecha (lo puedes ver en Youtube), sólo es posible chequear algunos fragmentos del show en el documental «El rock de nuestra transición», que incluyen entrevistas, imágenes del público asistente y las canciones «Barón Rojo», «Campo de concentración» y «Resistiré», las dos primeras con sonido en directo y la tercera transformada en clip con imágenes del recital y otro audio.

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En 2010, Barón Rojo reunió a sus cuatros integrantes originales para una gira de celebración de los 30 años desde la fundación de la banda. Ahí estaban los hermanos De Castro, Carlos y Armando, José Luis Campuzano y Hermes Calabria, sobre escenarios de Madrid, La Coruña, Barakaldo (Vizcaya), Villarobledo (Albacete), Barcelona, San Javier (Murcia) y Valencia.

También se grabó el documental para registrar la gira, donde al final se manifiestan, nuevamente, las diferencias que a fines de los ’80 dividió a la formación clásica: mientras Sherpa criticó la maquinaria que los juntó y usufructuó de la reunión, pues consideraba que se pudo sacar mayor provecho artístico, Armando de Castro aseguraba que el objetivo estaba cumplido, que la fecha obligaba a hacer algo, pero ahora los actuales integrantes retomarían sus actividades.

Armando y Carlos de Castro, los barones virtuosos v/s Sherpa y Hermes, el primero como principal letrista en complicidad con su esposa Carolina Cortés, y el segundo eterno mediador cuando la convivencia se hacía cuesta arriba.

Pido disculpas si me excedí. Barón Rojo es parte de mi adolescencia, merecía estas líneas y hoy con varios años más encima sigo sintiendo la misma emoción cuando escuchó el avión de Manfred von Richthofen volar los cielo, ser héroe de cuentos, amo de las nubes y señor del viento. Larga vida al Barón!!!!!!!!!


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