Esta imagen es histórica por un par de razones. Esa tarde de noviembre de 1975 Deportes Ovalle subió por única vez a Primera División. La pintoresca postal muestra, además, a un estadio que ya no existe: el Ferroviario de la capital del Limarí. Rebautizado más tarde como Willy González -en honor a un arquero ovallino trágicamente fallecido- ese recinto sería demolido en 1991.
A diferencia de países más futbolizados, en Chile no existe la tradición de los estadios desaparecidos o en desuso. En Inglaterra, Alemania o Argentina casi cada club carga con la leyenda de su primer campo que se hizo chico o viejo.
1962: Green Cross visita a San Bernardo central en el viejo estadio Maestranza, que luego se llamaría Vulco
En nuestro fútbol profesional, los ejemplos de estadios fantasmas son contados. Recordamos a Cavancha, en Iquique, y los estadios ferroviarios de Ovalle, Limache y Los Andes. En Santiago sumamos a los Campos de Sports de Ñuñoa y los de Carabineros, Militar, El Bosque, San Bernardo, Puente Alto e Independencia. ¿Alguno más?
No es que por acá veneremos la historia: simplemente se construyen pocos estadios completamente nuevos de verdad, en sitios distintos a los originales. El último cuarto de siglo apenas registra uno: el Tierra de Campeones iquiqueño.
1963, Un Trasandino-Iberia en el hoy demolido Ferroviario de Los Andes
Lo que sí abundan son proyectos que de vez en cuando encandilan a los optimistas: el Estadio del Cobre de Calama (que se ubicaría en pleno desierto), los miniestadios multiuso de Quilín y el Parque de Los Reyes o el megacomplejo de Chiguayante que acogería a Fernández Vial. Y, claro, gigantesco estadio diseñado el 2007 para Deportes Concepción por sus entonces socios del Schalke 04 alemán. Huelga decir que el asunto era puro humo.
Fotos: archivo revistas Gol y Gol y Estadio.