La fantasía está de luto… A los 87 años falleció, hace un par de horas, el escritor colombiano y Premio Nóbel, Gabriel García Márquez. El autor de «Cien años de soledad» luchaba contra el cáncer y recientemente fue hospitalizado por una neumonía que debilitó en extremo su estado de salud. Murió en su casa de México.
Muere un constructor de realidades, un pincel que dibujo paisajes desconocidos, un aventurero de la imaginación que llevó el surrealismo al papel y la fantasía al alma de los que disfrutaron y disfrutarán de sus textos, de sus personajes, de sus historias despegadas de la tierra. Con Gabriel García Márquez el surrealismo se hizo frase, o el realismo mágico, esa frase que fue acuñada para intentar explicar lo inexplicable de sus mundos. Unos mundos con ciudades tan húmedas que los peces podían nadar en el aire y donde las piedras del río parecían gigantescos huevos prehistóricos.
Al igual que el rock, García Márquez abrió senderos y, por ello, nos entregó libertades. Fue más allá de los supuestos y de lo que era posible. Figuras como Gabriel García Márquez son dignos de admiración y respeto, porque nos enseñaron a volar sin necesidad de tener alas y de creer sin necesidad de entregarnos al miedo de las religiones…