Este es un homenaje a los anónimos… a esos que concurrieron en silencio, sin aspavientos, sin cámaras ni discursos. Este es un homenaje a los héroes desconocidos que treparon los cerros aún incandescentes, que recorrieron las desdichas humeantes de quienes perdieron bienes y extraviaron de pronto las esperanzas y las fuerzas. Un homenaje para esos jóvenes que recolectaron cajas, que las embalaron ,que las cargaron más allá del cansancio. Para los que repartieron una bebida, un café caliente, un pan, llegando a pie, a dedo, en camionetas.
Este es un homenaje también al Cuerpo de Bomberos, esa institución creada y alimentada por hombres dedicados a la solidaridad, a servir a sus semejantes hasta dar la vida si es necesario. Los bomberos nos hacen sentir que aún todo es posible, que el altruismo no es la utopía de unos pocos, sino una característica de la humanidad que aparece cuando nos olvidamos de lo que sólo se compra y se vende, cuando nos vamos más allá de la superficialidad.
Desde la tragedia surge la nobleza más grande. La de los héroes anónimos, la de esos jóvenes, hombres y mujeres que se levantan para entregar todo tipo de esperanzas…