EL DIARIO DE ZE CARLOS

Amigo de lo ajeno

Equipo Futuro |

Por Carlos Costas (Zé Carlos)

24/06/2014

No. Por favor no crean que el título de esta crónica tiene que ver con el árbitro de Gambia. Efectivamente el africano pudo haber mostrado un par de amarillas por las patadas a Alexis Sánchez en el primer tiempo, pero digamos las cosas como son: el arbitraje no fue factor en un partido en el que Holanda nos ganó bien.

El entrenador Louis van Gaal fue un maestro para plantearle el partido a nuestra Selección y anular sus opciones. Una clase del holandés que inspiró a Bielsa y una experiencia que dejará muchas enseñanzas a Sampaoli y a su cuerpo técnico. Para eso son los mundiales. Para enfrentarse a los mejores, conocer nuestro verdadero nivel y sacar conclusiones que nos ayuden a progresar.

Lindo partido, pese a la derrota. Muy táctico. Ver en vivo a Robben es un lujo. Holanda es un equipo en serio y los brasileños hicieron lo que tenían que hacer para sortearlos en octavos. El sábado estaremos en el estadio Mineirao, a diez minutos en auto de nuestra casa estudio, para ver nuevamente a La Roja desafiando a este gigante del fútbol mundial que ayer despertó frente a Camerún.

Pese a ser una ciudad monstruosamente grande Sao Paulo me dejó gratas sensaciones. Para que se hagan una idea, la ciudad es tan grande que los programas radiales de la mañana informan de la congestión vehicular usando helicópteros como móviles. La vida empieza muy temprano. La gente se levanta de madrugada y no importa desde qué lugar mires el horizonte porque siempre se ven edificios y más edificios.

Nuestro anfitrión en la capital paulista fue Nano Cornejo, un compatriota que dedicó su vida al tenis, tal como su hermano Patricio (el grande giocatore y corazón de chileno). Nano lleva 36 años viviendo en Sao Paulo y dicta clases de tenis en el acomodado barrio de Brooklyn.

Un tipazo. Simpático, conversador y afectuoso. Estaba feliz de recibirnos y nos llevó a comer al Jardineira Grill, un espectacular rodizio que está a cuatro cuadras de su casa y donde han comido algunos tipos más o menos conocidos. A estos los ubican, ¿no?

Luego de la transmisión del partido, que terminó dos horas después del pitazo final, debíamos abordar un taxi que nos llevaría directo al aeropuerto de Viracopos, en Campinas. Un recorrido por tierra de poco más de 100 kilómetros y fue aquí donde empezaron los problemas.

El taxista al que habíamos contactado para que nos fuera a buscar, pasándole una credencial FIFA para que estacionara en la puerta misma del estadio, nunca apareció. Pasaban muy pocos taxis y el único que pudimos conseguir después de unos 30 minutos de espera fue en circunstancias no muy agradables.

El tipo, un negro grandote, tenía a tres colombianos como pasajeros. Nosotros lo paramos para que a través de su equipo de radio nos consiguiera otro vehículo, pero cuando se enteró que nuestra carrera le reportaría 320 reales (unas 75 lucas chilenas) no dudó en bajar a los colombianos y subirnos a nosotros con todo nuestro cargamento de equipos y maletas.

Los colombianos, obviamente reclamaron y nosotros le exigimos al taxista que debía llamar otro auto y asegurar el transporte para ellos antes de emprender rumbo al aeropuerto.

El tipo manejaba como un energúmeno y con la radio a todo volumen iba escuchando el partido de Brasil contra Camerún. En eso, al menos, tuvimos suerte porque las calles estaban desiertas y con cada gol de la verdeamarela nuestro taxista gritaba como un loco, mientras las calles se iluminaban con bengalas, fuegos artificiales y podíamos escuchar a la distancia el estallido de las bombas de ruido.

Teníamos que dejar al reportero Herman Chanampa en una estación de metro porque él se quedaba un día más en la ciudad.

Sospecho que fue en ese minuto cuando el tipo me cagó, perdón por la palabra.

El taxista se bajó a abrir el maletero para sacar las cosas de Chanampa. Nosotros íbamos muertos así que apenas nos despedimos de nuestro compañero y seguimos camino, completamente adormilados.

Recién vine a darme cuenta que mi mochila venía más liviana cuando aterrizamos en Belo Horizonte.

Maldición.

En todo momento la mochila había estado conmigo. Luego atando cabos recordé que cuando nos dejó en Viracopos el taxista se bajó antes que nosotros, se sacó la chaqueta e hizo unas maromas que en ese minuto no interpretamos correctamente.

Una lástima. Ha sido el único manchón en esta cobertura. Los brasileños han sido muy atentos y a diferencia de lo que yo pensaba los horarios de todos los vuelos que hemos tomado se cumplieron con puntualidad.

Reporté el robo a Santiago ayer cerca de la medianoche cuando volvimos a la Casa Estudio. Esta mañana el encargado de informática de la radio me envió un afectuoso mail diciéndome que no me preocupara por la pérdida.

Ahora completaré las historias de esta bitácora, echando mano al equipo de mi compañero Diego Sáez.

Es la teoría que tengo con respecto al robo. Si fue realmente ese taxista el que me vacunó, ahora sólo espero que Chile haga pasar un mal rato a Brasil el próximo sábado.

Después de pasar gratos momentos con ese crack que es Nano Cornejo, ayer me fui zapatero de Sao Paulo. Los dos goles de los holandeses y el robo del computador me dejaron 3-0 en contra.

Ojalá podamos dar la sorpresa. Desbancar al favorito sería un golpe a la cátedra y una pequeña revancha en contra de ese alborozado taxista que gritaba con euforia los goles de Brasil y que sigue siendo el sospechoso número 1 en este caso.

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