La posibilidad sonaba tan improbable como soñada. Una reunión de Pink Floyd con formación clásica solo podía concretarse por una buena causa.
Y la buena causa llegó a mediados de 2005, de la mano del Live 8, el festival con el que Bob Geldof pretendía dirigirse al grupo del G8 sobre la pobreza en el mundo. «Make Powerty History» se volvió un lema, y la confirmación de Pink Floyd un motor relevante para promoverlo.
Bastaron tan solo 23 minutos de set ese sábado 02 de julio de 2005 para que Roger Waters, David Gilmour, Richard Wright y Nick Mason dejaran en claro la grandeza del mejor Pink Floyd. Y fue la última. Rick Wright falleció tres años después.