La foto de arriba muestra a Magallanes jugando contra Ñublense en el desguañangado estadio de la UTE en Av. Gral. Velásquez. Su patrocinador era Autos Andes, una empresa de radiotaxis: todo bastante precario.
Torneo Segunda División (1976)
Estadio Vulco
Magallanes 0-Ñublense 2
Populares, grandes y tricampeones al inicio del profesionalismo, los carabeleros llevaban décadas de lenta decadencia. Si en 1932 habían perdido su pequeño estadio en Independencia, en los años 50 la amenaza del descenso reemplazó a los sueños de reverdecer laureles. Los hinchas -convertidos ya en abuelos- no lograban traspasar su entusiasmo a las nuevas generaciones.
En los años 60 el club ya se había ganado el mote de “viejo y querido Magallanes”, tan nostálgico como condescendiente. No le caía mal a nadie y servía de permanente semillero para el fútbol nacional, pero como otros pequeños cuadros capitalinos ocupaba el espacio que ansiaban populares plazas de provincia.
Hoy puede sonar descabellado, pero a fines de esa década hubo un plan concreto -auspiciado por la gobernación local y Lan Chile- para mudar al club a Punta Arenas. “¿Qué más lógico que Magallanes juegue en Magallanes?”, preguntaba la revista Estadio. La oposición de otros clubes -atemorizados ante los zarandeados viajes aéreos hasta el fin del mundo- frustró una idea que tal vez hubiera cambiado nuestro fútbol para siempre.
Ya en 1974, ante la dramática falta de estadios en Santiago, la dirigencia albiceleste evaluó afincarse en La Cisterna. Ahí tenía sus canchas de entrenamiento y el proyecto era erigir un estadio en conjunto con la municipalidad. Al cabo, los programas PEM y POJH de la dictadura militar permitieron construir a comienzos de los 80 el recinto que hoy ocupa Palestino.
A esas alturas, sin embargo, Magallanes estaba instalado kilómetros más al sur. Con camas y petacas, en 1977 se había mudado al mismo estadio que poco antes se llamaba Maestranza, casa del San Bernardo Central.
Ubicado en los enormes talleres ferroviarios, había sido comprado por la empresa de cauchos Vulco, que lo ofreció al mejor postor. Podía acoger hasta unos 15 mil espectadores y los tres grandes hicieron de visita allá. Remodelado y rebautizado como “Municipal de San Bernardo, ahí sigue hasta hoy.
Magallanes permaneció en San Bernardo hasta 1987 y entonces se hizo errante. Primero partió a San Miguel, más tarde a Maipú y para el 2015 ya anuncia una nueva mudanza. ¿A dónde? Al estadio municipal de San Bernardo, de nuevo. A ver cuánto dura allá.
Foto: Archivo Revista Estadio.