“Deseamos rescatar el espíritu del movimiento en sus inicios. Recordar que siempre hubo un aspecto solidario detrás de cada producción metalera”, dice Carlos Cuevas, uno de los fundadores del sello nacional Heavy Shit Music, el cual acaba de editar su primera producción. Y vaya comienzo: el nuevo de disco de Denying Nazarene, Possessed By The Light And Deception, editado en vinilo y en el cual la marca se hizo cargo de todas las partes del proceso.
En efecto, HSM es un proyecto integrado por Sergio Ponce (abogado), Alejandro Torres (ingeniero), Javier Zúñiga (cientista político), Germán Caroca (ingeniero) y el propio Carlos Cuevas (licenciado en literatura), como productor ejecutivo de este primer álbum.
Heavy Shit Music deriva directamente del sitio web Heavy Shit, el cual desde 2010 se ha dedicado a cubrir la escena underground nacional. “Siempre quisimos diferenciarnos de otros sitios metaleros y escribir desde una perspectiva crítica adulta. Llegado a un punto se hizo evidente que debíamos cubrir otros aspectos del metal, hacer algo más que no fuera solo registrar la coyuntura de la escena chilena”.
Así fue como Heavy Shit, además de sumar nuevos integrantes a su equipo, se hizo cargo del documental de la banda nacional Cerberus, y que lleva dos años de trabajo. Sin embargo, el deseo de diversificación no se detuvo ahí. Entonces vino el disco de Denying Nazarene, grabado en los estudios Sade y con arte de carátula de prestigioso artista polaco Michal Loranc.
“Intentamos buscar algo que pudiéramos concretar a mediano plazo y así fue como dimos con el disco de Denying Nazarene. Hugo Fuenzalida es un buen amigo mío y un día me conversó sobre su disco y los problemas que había tenido para financiarlo. No tenían nada grabado, pero los había visto tocar en vivo y sabía que los nuevos temas eran excelentes. Así fue como se lo manifesté a mis socios. Podemos decir que el sello se creó debido a este disco”, comenta Carlos.
—Llama la atención que ustedes hagan el trabajo completo, a la antigua, encargándose de todo el proceso y su financiamiento.
—El artista merece que se respete su obra. Es imperioso que se le permita dedicarse a aquello en lo que es bueno: crear arte. El sello, por su parte, no compite con la banda vendiendo discos en paralelo, sino que se asocia con ella para formar un equipo que apuesta por un proyecto en verde. Lo que se gana es un equipo afiatado, con gente que está feliz de dedicar su escaso tiempo libre a desarrollar un proyecto por el que nunca se harán millonarios. El precio que se paga es la imposibilidad de sacar muchas producciones al año. Tu ritmo de producción es bajo, ya que intervienes en cada fase del proceso de producción, partiendo por la grabación del disco, es decir, siempre será un sello pequeño. El tiempo dirá si este modelo es aplicable en la actualidad, pero como nunca ha sido nuestra intención ganar dinero (ni la de ningún metalero que sea realista), no creo que sea imposible.
—¿Cuáles fueron las principales dificultades que tuvieron en un inicio?
—Existen dos grandes problemas a los que nos enfrentamos principalmente: juntar el capital y resolver los aspectos operativos. El sello, lo queramos o no, debe existir en el mundo real, que está regido por el libre mercado. Ello nos obliga a resolver el tema de juntar el dinero para invertir, algo que definitivamente no fue sencillo de resolver. Las familias debieron tener paciencia con nosotros, ser solidarios con nuestra locura por el metal y estar dispuestos a ser generosos, demasiado quizás.
Por otro lado los aspectos operativos no fueron simples de resolver, aún estamos solucionando muchos de ellos en el camino, básicamente porque partimos sin saber nada. Afortunadamente hubo gente que fue muy gentil y compartió lo que saben. Aquí quiero mencionar especialmente a Francisco Donckaster, de Sickbangers, quien sin guardarse nada nos instruyó en muchas cosas, lo que por un lado nos ahorró un largo camino y por otro a su sello lo transformó en un excelente aliado nuestro. Por su parte, Rodrigo Osorio, de Australis aceptó colaborar también de una forma ejecutiva y clara, a pesar de su agenda copada, lo que se agradece mucho.
—¿Qué criterios primaron a la hora de debutar con un disco de una banda como Denying Nazarene?
—Los criterios que primaron fueron netamente artísticos. El disco es extraordinario, lo creemos verdaderamente. Cada tema resulta distinto, muy complejo en su estructura, con un nivel de excelencia interpretativo que nos sorprendió. Nos gusta que no sea algo muy maqueteado, que se pueda escuchar a una persona tocando, no a una máquina, y que provenga de una banda madura. Nunca vamos a producir un disco que no nos convenza completamente. Si a una placa le falta madurez la vamos a rechazar. No queremos lanzar discos por lanzar. Cada producción del sello nos debe llenar de orgullo. Si somos capaces de reconocer la calidad cuando la tenemos en frente es algo que está por verse.
—¿La idea es que HSM sea un sello exclusivo de death metal?
—No. HSM es un sello de metal. Metal extremo sí, nada de cosas blandas, pero por supuesto que los géneros mayores del metal extremo siempre tendrán cabida en él. En el futuro esperamos tener bandas de black, doom, thrash… aunque los gustos personales siempre van a intervenir. A mi me gusta el death por sobre cualquier otro tipo de metal, mientras que el resto del equipo posee gustos diversos. De a poco lo iremos resolviendo, de eso no hay duda alguna.