Fotografías del momento… esa es la definición más manoseada de las encuestas, una selfie sobre lo que ocurre en un periodo determinado, una instantánea de lo que la gente va sintiendo, creyendo o razonando sobre lo que está viviendo. En política, las encuestas son termómetros que provocan fiebre; las encuestas construyen realidad, la moldean de acuerdo a los lineamientos ideológicos de quienes las realizan. «El gobierno aumenta su rechazo», «la reforma provoca temor», «la Presidenta ha subido cuatro puntos».
Las manipulaciones de las encuestas pueden ser evidentes, ya que, son una puntuación interesada de la realidad. Según la tendencia ideológica de la encuesta, se pregunta por el vaso medio lleno o medio vacío, si estás «en contra» en vez de «a favor». Las metodologías debieran ser científicas pero con las ciencias sociales, nunca se sabe.
El problema, es que hay gobernantes que les temen y terminan trabajando para ellas. Sonriendo siempre para la «fotografía del momento». Y aquí está la diferencia de quienes gobiernan para el presente, para el momento siempre variable y manipulable que refleja la encuesta y de los otros, de los estadistas, que llevan el barco a destino conocido más allá de los oleajes y de los motines de última hora. Los estadistas no sonríen para la fotografía del momento, sino que posan para la historia, para el futuro, posan para el óleo que cuelga en los salones de los que dejan huella…