PUNTERO FANTASMA

Regional Atacama, tapando un hoyo

Felipe Pumarino |

A fines de los años 70 el fútbol profesional chileno por fin fue capaz de llegar al extremo norte. En 1978 Arica e Iquique debutaron en Segunda División en calidad de invitados; al año siguiente, ya competían con todas las de la ley (e incluso los iquiqueños ascendieron).

Nuestro sistema de torneos cubría entonces los eternos 2.740 km que separan Arica de Temuco: una barbaridad, si pensamos por ejemplo que en España el viaje más largo que un equipo debería recorrer para enfrentarse a otro es de mil kilómetros. Descontando a las ligas rusa, china o norteamericana, la chilena debe ser de las más “largas” del mundo.

Pero comenzando 1979, aún quedaba un tremendo hoyo en el mapa pelotero nacional: la III Región de Atacama. ¿Por qué se había integrado antes Tarapacá, que queda muchísimo más lejos? Sencillo: para efectos de los traslados desde la zona central, una ciudad como Copiapó queda a trasmano; demasiado lejos por tierra, algo cerca por avión.

Ese agujero fue tapado con el auspicio de los militares en el poder, muy interesados en llevar la distracción futbolera a todas partes. De un paraguazo, en 1979 se sumaron al Ascenso como invitados dos clubes de la Tercera Región: Regional Atacama -representante de la capital regional- y Cobresal, del campamento minero de El Salvador (creado a imagen y semejanza del ya triunfal Cobreloa). El debut de ambos fue de hecho el “clásico de Atacama”, derbi local que nunca cuajaría del todo.

Regional Atacama no se llamó así por casualidad. La idea era que fuera el orgulloso representante de toda la región (considerando que los cobresalinos siempre han sido una anomalía, allá bien lejos arriba del cerro).

Pronto los albirrojos descollaron: en 1981, dos años después de su estreno, ascendieron a Primera. La foto que abre la nota muestra a ese plantel, tercero en la general. Abajo, el equipo en 1983, cuando coqueteó con el descenso; al año siguiente, tras una campaña penosa, Regional Atacama regresó a Segunda.

Los “leones” lograron volver a la elite en los años 90, cuando cumplieron buenas campañas transformando en un fortín al horrendo campo del estadio Luis Valenzuela Hermosilla. Sin embargo, en 1996 descendieron y comenzaron rápido a colapsar. Agobiados por las deudas, en 1998 acabaron colistas, se declararon en quiebra y desaparecieron para siempre.

En Tercera los sucedió otro equipo: Deportes Copiapó, la primera Sociedad Anónima en la historia del fútbol profesional chileno.

Fotos: gentileza Amante Futbolero.

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