Las cosas por su nombre… Ese es el primer paso para cambiar ciertas conductas sociales, dejarse de eufemismos y empezar a hablar de manera clara frente a hechos que se hacen insostenibles. El fallo del Tribunal de la Libre Competencia contra las tres productoras avícolas que concentran el 90 por ciento del mercado, ha sido una oportunidad para ir aclarando ciertos conceptos. El primero, es el de tildarlos como, “el cartel más grande que el sistema de libre competencia haya tratado de desbaratar en Chile”, como lo hizo el Fiscal Nacional Económico, Felipe Irarrázabal. Cartel, una palabra que en economía sirve para hablar de colusiones pero que además funciona en nuestro lenguaje para definir a las mafias. Y ahora, el ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes, señala que el ilícito impugnado a Agrosúper, Agrícola Don Pollo y Ariztía es, “el delito más grande de la competencia en Chile”. Delito, una acción contra la ley que te convierte en delincuente.
Este cartel y este delito sancionado por el Tribunal económico tienen como telón de fondo a un mercado que mueve unos 1.400 millones anuales de dólares. El pollo es el alimento de proteínas más consumido en el país. Cada chileno ingiere en promedio cerca de 37 kilos al año, contra 25 del cerdo y 22 kilos de vacunos.
Pero las leyes no están al nivel de estas ganancias, de estas necesidades y de estas colusiones. Aunque se aplicó acá el tope máximo de penas, ellas son irrisorias ante el daño a nuestros bolsillos como consumidores y ante suculentas las ganancias del cartel. Es algo que hay que arreglar, que nuestra legislación debe cambiar mientras, socialmente, nos acostumbramos a nombrar a este tipo de prácticas por sus verdaderos nombres…