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La plegaria fue escuchada y respondida

Balances de la "misa negra" de Ghost en el Teatro Caupolicán.

Balances de la «misa negra» de Ghost en el Teatro Caupolicán.

Por Javier Sandoval
Fotos: Juan Pablo Quiroz. Revisa galería en RockandClick.cl
Video: Miguel Sánchez

Ghost es una banda de recintos cerrados. Por su puesta en escena y la atmósfera teatral que trasmiten, los estadios o lugares abiertos no les acomodan. Debido a esto, el show que los suecos dieron el martes pasado podría tomarse como una cierta revancha de su presentación en 2013 junto a Iron Maiden y Slayer en el Estadio Nacional. En aquella oportunidad tocaron tanto al aire libre como frente a un público que, salvo pequeños casos, sólo quería que se bajaran luego del escenario para ver pronto a las otras bandas.

Ahora la cosa fue distinta. El Teatro Caupolicán –lugar apto para el show– se convirtió en una iglesia pintada de negro gracias a las poleras de los adeptos del sexteto y a la temática que instalaron en el escenario; unos ventanales de capilla diabólica junto a unas cortinas que asemejaban ladrillos de catedral.

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Eran las 21:00 horas y las luces del Caupolicán se apagaron. De fondo sonaba “Masked Ball” de Jocelyn Pook, melodía introductoria que fue acompañada por los aplausos y gritos de los asistentes, muchos de ellos con la cara pintada al más puro Emeritus-style. La euforia aumentaba poco a poco a medida que los Nameless Ghouls se alineaban en el escenario e interpretaban el primer tema de la tétrica jornada, “Infestissumam”. Cuando aquella canción llegó a su fin, Papa Emeritus, el singular frontman del conjunto sueco,  hizo ingreso para cantar “Per aspera ad inferi”. La misa comenzaba de la mejor manera.

Con el paso de los minutos, Ghost desataba todo su arsenal musical. A canciones clásicas como “Ritual” se le agregaron “Elizabeth”, “Secular haze”, “Satan prayer”, “Body and blood” (canción que, según Emeritus, servía para aproximarse a un ser especial y devorarlo, así tal cual)  y “Death knell”, los que no pudieron ser interpretados en su pasado show en nuestras tierras. Incluso ejecutaron un cover de “Here comes the sun”, clásico temas de The Beatles. En total, los suecos tocaron 17 canciones, casi su discografía entera. En 2013, sólo fueron 8.

Mientras los Nameless Ghouls tocaban e interactuaban, tanto con ellos como con el público, Papa Emeritus hacía su propio show, animando a sus devotos tal como si fuera un director de orquesta. Tenía al Caupolicán en sus manos. Incluso le mandó un coqueto saludo a una chica que estaba en la reja de la cancha. Esto refleja que Ghost no son sólo músicos pintados; también son artistas que sienten sus personajes. Cualquier tipo se puede poner una máscara negra o un disfraz de entidad papal cadavérica, pero no cualquiera logra trasmitir lo que hacen los suecos, lo que se traduce en constantes ovaciones de los espectadores.

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Uno de los puntos altos de la noche llegó con “Genesis”, tema instrumental que fue tocado de manera magistral. Qué magistral, ¡soberbio! Y no exagero, ya que en ese momento el Caupolicán estaba en éxtasis, completamente fascinado viendo cómo la banda de Linköping demostraba su calidad musical. Si a eso se le suma que después interpretaron “Year zero” –canción con la que el público cantó a todo pulmón, tanto la intro como el coro– se tiene como resultado a unos asistentes al evento contentos, ya que sus plegarias de presenciar un buen espectáculo fueron escuchadas.

Casi llegando al final del show, el tétrico y carismático Papa anunció el cover “If you have ghost”, original de Roky Erickson. De esa manera, la banda se tomó lapsus para descansar y tomar fuerzas para los últimos temas del setlist. Todos quienes llegaron al Teatro Caupolicán querían más. Los “¡oooh oh oh oooh oh!”, clásico grito de guerra de los conciertos, se juntaban con los cánticos que pedían “Ghuleh/Zombie queen”. Dicho y hecho. Suplicado a los dioses (demonios, mejor dicho) y cumplido. El show llegó a su fin con “Monstrance clock”, la que fue coreada de principio a fin por todos los fieles que asistieron al teatro de San Diego. Al terminar, todos siguieron cantando, juntos como uno, el coro: “come together/together as one”.

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Ghost lo hizo. No se ganó al público, ya que éste siempre fue suyo, incluso cuando los fanáticos cantaban en la fila esperando entrar. No hubo una manzana lanzada desde la cancha hacia Emeritus en señal de burla; sólo aplausos, ovaciones y ganas de seguir escuchando más temas. El ambiente atmosférico-teatral se logró, pese a que en algunos momentos, las fuertes luces lo quitaban. Las plegarias chilenas fueron respondidas por quienes habitan en los avernos. Nuestras almas fueron poseídas por una hora y media por obra seis demonios que realizaron un grandioso espectáculo. El aroma que salió desde el quemador de incienso que usó el frontman de los suecos se esfumó con el paso del show, pero la devoción de los adeptos hacia Ghost, no. Papa Emeritus y los Nameless Ghoul realizaron una tremenda misa a la que muchos esperan volver para confesar todos sus pecados. Amén.


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