La competencia por un espacio y una oportunidad es, por lo general, la causa del hastío y la decepción que termina matando a decenas de bandas en todas partes del mundo. Y cuando aquello no ocurre, deben enfrentar desafío que impone la saturación de ciertas fórmulas para hacer canciones y ejecutarlas. Moldes rígidos y conservadores que también se extienden a un discurso básico, obvio y mecánico. Todo eso ha hecho que, salvo tres o cuatro excepciones, en los últimos años las cosas a nivel nacional e internacional sean bastante predecibles y aburridas: decenas de bandas nuevas que suenan tan parecidas entre sí que cuesta distinguirlas. Pero el metal ha sobrevivido décadas devorándose a sí mismo. Qué le vamos a hacer.
Por suerte, Deathbed intenta no caer en ese molde. Su debut es tan sorprendente que uno se pregunta si en verdad se trata lo que suele llamarse “una banda nueva”, al menos para la mayoría. El death metal que proponen en Running Out Of Life (Australis, 2014) no sólo es contundente y lleno de virtudes técnicas innegables, también el disco cuenta con una producción musical pulcra que lo podría empinar a lo más destacado de este 2014. Si duda que este es uno de esos álbumes que, se intuye, llevaron años en el horno, cocinándose a fuego lento, sin apuro, aguardando el punto justo de maduración. Escuchas dos o tres canciones y es inevitable preguntarse cuánto tiempo las ensayaron, cómo fueron mutando de un buen riff (desde donde parte todo) a algo mayor, más complejo y con más sentido.
Y si bien pagan el noviciado en algunas cosas (ni el logo ni la carátula representan con justicia la calidad de su música, o bien se caen un poco en el orden de las canciones: las dos primeras tienen la misma fórmula, sin contar las introducciones a lo Impetigo), a medida que avanza, Running Out Of Life crece como una obra maciza que se nutre de peso, melodías novedosas y aceleradas a la velocidad justa. Deathbed es una banda sofisticada, de músicos excepcionales y la producción, como se dijo, logra resaltar al conjunto.
Se pasan volando los 36 minutos que suman las nueve canciones del disco, el cual alcanza sus mejores momentos con “Kill Everything”, “No One”, “Paralysis” y “Running Out Of Life”, todas llenas de cambios de ritmo, texturas y momentos que hacen foco en el talento individual o colectivo de sus integrantes. Pero aquello es apenas un detalle. Que no se malentienda: antes que el lujo o la exquisitez rebuscada, lo que prima es Deathbed es haber encontrado el sonido para una maquinaria que funciona como reloj y avanza sin pausa. Puedes escuchar Running Out Of Life el día completo y no te aburres jamás.