PUNTERO FANTASMA

Los otros equipos de Valparaíso

Felipe Pumarino |

Un club por ciudad: desde comienzos de los años ‘50 y durante tres décadas, esa fue la regla de oro para la expansión del profesionalismo. Si en provincia querían disfrutar del fútbol grande, debían ceñirse a esa norma.

Al principio se aceptó la entrada de algunos populares campeones locales (Rangers, San Luis o Ñublense), pero esa flexibilidad duró poco. Pronto, el requisito fue tajante: para representar fielmente en el torneo nacional a una ciudad -y a su provincia- debía construirse desde cero un team que no reflejara en lo más mínimo a las viejas pasiones de los torneos locales. Así, por ejemplo, nació O’Higgins, fusión forzosa de tres rivales a muerte.

Quienes no aceptaban esa regla estaban vetados. El caso más cruel fue el del pobre Fernández Vial, apodado el “Colo Colo del Sur” por su tremendo arrastre. Como el “Almirante” no quiso sumarse al experimento del Deportes Concepción Unido, la dirigencia central simplemente le cerró la puerta durante 20 años a sus intenciones de postular con su nombre y sus colores a Segunda.

La regla de un club por ciudad, claro, no corría para Santiago. Igual que hoy, los torneos de Primera y Segunda estaban llenos de equipos capitalinos: grandes, medianos, pequeños y minúsculos.

Y, durante algún tiempo, tampoco es norma se aplicó en Valparaíso.

Antes de que naciera la Segunda División, entre 1940 y 1943 se jugó en el puerto, Viña y La Calera un casi olvidado torneo paralelo, el Campeonato de la Asociación Porteña de Fútbol Profesional. Su primer campeón fue La Cruz, club que durante la primera mitad del siglo 20 le hizo collera a Wanderers en cuanto a fervor popular. Luego vino el bicampeonato wanderino, que hoy los verdes reclaman como sus dos “títulos perdidos”. El último monarca de ese torneo fue Administración Puerto, el durísimo representante de los trabajadores portuarios.

Como ya vimos, en 1944 Santiago Wanderers y Everton fueron admitidos en Primera División, lo que significó un golpe mortal para el campeonato porteño. La Cruz y el Administración Puerto siguieron sus pasos, sumándose a la División de Honor Amateur capitalina, antecesora de la Segunda División creada en 1952.

A la sombra de Wanderers, en 1954 La Cruz hizo un desesperado intento por reconquistar el corazón porteño. Ese año los aurinegros se integraronó al Ascenso; su participación, sin embargo, fue un desastre: ganó apenas un partido (a la UTE), acabó colista y regresó a su asociación local para no volver jamás. El Administración Puerto, consciente de que su lucha por ser el segundo equipo de Valparaíso era estéril, ni siquiera hizo el amague de postular a Segunda.

Ya en los 60 hubo un último esfuerzo por sumar un segundo equipo porteño al profesionalismo. Fue el Valparaíso Ferroviarios, que llegó en 1962 ofreciendo un estadio nuevecito para casi 10 mil espectadores en el cerro Esperanza, justo en el límite con Viña.

Wanderers no se quedó de brazos cruzados: ante el inesperado desafío, hizo valer la regla de “un club por ciudad” y el Valpo Ferro acabó exiliado en Limache. Eso ya lo veremos.

Fotos: Revista Estadio, Amante Futbolero.

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