Es una de las escenas legendarias del cine… Sonny Corleone, el hijo mayor y heredero del imperio de la mafia de su padre, Don Vito, llega a un puesto de peaje. Va en busca de su cuñado, Carlo, para darle su merecido. Carlo había vuelto a golpear a su esposa, la hermana menor del clan Corleone. Sonny, como siempre, iba furioso e imprudente. Sin escoltas. Llega al puesto de peaje pero algo raro pasa. El encargado se esconde y varios sicarios aparecen para acribillarlo sin piedad en su auto. Los asesinos de Sonny fueron enviados por la familia Barzini en venganza por la muerte de uno de sus hijos en esta lucha de mafiosos.
Los acribillamientos públicos de la camorra ocurrían en los peores años de la mafia en Nueva York pero parecen estar repitiéndose en otra locación que nos es muy familiar: Santiago de Chile de 2014. Anoche, Carlos Montano Orellana, de 28 años, salió de su casa junto al hijo de su novia, de apenas dos años. Tomaron el auto y pronto comenzaron a ser seguidos en una persecución cinematográfica. El auto de Montano terminó interceptado en la comuna de La Florida por una camioneta todo terreno de la cual se bajaron seis sujetos fuertemente armados. Montano sólo atinó a proteger al niño mientras le descargaban -sin piedad- una ráfaga de 30 balazos.
Carlos Montano murió anoche en un ajuste de cuentas. Al igual que Beatriz Romero Labra, de 23 años, asesinada en agosto en su auto por pistoleros en moto en La Pintana. O de Luis Matus, de 25 años, quien en abril recibió un disparo de otro vehículo cuando manejaba en Renca. Y tal como ocurrió hace dos meses en Recoleta, cuando tres barristas de Los de Abajo, entre ellos el “Joker”, fueron ultimados a sangre fría en otra emboscada por sujetos que les vaciaron 45 balazos… Es una película de mafias pero no de Hollywood, sino de una realidad que puede estar a la vuelta de tu esquina…