Durante décadas, en el ambiente futbolero se habló del Fernández Vial como si de una leyenda se tratara. En el sur, se decía, un campeón aguardaba su momento para salir a la luz. Para la prensa deportiva, el Vial era un fenómeno de masas sólo comparable a Colo Colo en Santiago, a Wanderers en Valparaíso y a nadie más en Chile.
Sin embargo, cuando en los años sesenta la dirigencia central decidió expandir el profesionalismo por Chile, Concepción debió someterse a un proceso triste y repetido: borrar su historia, fusionar rivales a muerte y partir de cero con un club neutro.
Dignísimo, Fernández Vial se negó de plano. Resume el sitio Memoriavialina.cl: “La expansión del campeonato profesional terminó suprimiendo al Campeonato Regional y potenciando a la Asociación Central del Fútbol y a los clubes capitalinos, lo que desarticuló las características del fútbol desarrollado en nuestra zona y el arrastre popular de los clubes, en un proceso que se arrastra hasta el día de hoy”.
En 1968, una caravana de 3 mil vialinos que habían viajado en tren desde el sur marchó por la Alameda en Santiago exigiendo la admisión del club en Segunda. No hubo caso.
Vetado por secretaría, durante 15 largos años el Vial se refugió en los torneos amateur de Conce que sobrevivían a medio morir saltando. Ofendido, triunfó ante el desprecio y el olvido para emerger 15 años después, cuando por fin Chile tuvo una Tercera División con derecho a ascenso, de la cual fue socio fundador.
En ese torneo inaugural de 1981 -precario, rudo, amateur sólo en el nombre- el Almirante fue el más macho. Exiliado en Penco, se proclamó primer campeón de esa nueva división en una estrecha definición con Deportes Laja. Subió así a Segunda, en medio de la algarabía general.
Sin trámites y ya instalado en Collao, el 82 sucedió lo que casi todos esperaban con ansias: liderado por Nelson Acosta -una bestia en el mediocampo- Fernández Vial ganó su segundo título al hilo. En apenas un par de años pasaba de los peores potreros del territorio a la Primera División. Nunca un club chileno ha vuelto a hacer esa gracia.
“El festejo fue interminable en toda la cancha, en todo el estadio, nos atreveríamos a decir que en todo Concepción: una verdadera fiesta de pueblo… Esta institución no tiene nada que envidiarle a las más importantes del país”, comentó entusiasmada la revista Deporte Total en su análisis de la victoria por la cuenta mínima ante San Luis, que le dio el soñado ascenso a los vialinos.
Lo que vino después es una verdadera lástima. En efecto, el Vial llevó multitudes al estadio; en la cancha, sin embargo, lo persiguió la mala suerte y jamás logró acomodarse. Pese a la buena onda general, sufrió la peor tragedia que puede vivir una institución popular: se convirtió en un equipo del montón. Así fue cómo de a poco el Inmortal fue cayendo: primero a Segunda, después a Tercera, luego a ninguna parte.
Y ahí está hoy: triste destino para un club que merecía ser muy grande.
Fotos: Memoriavialina.cl, Amante Futbolero, archivo revista Deporte Total.