Aquí se debe dar una señal potente… Así como en los estadios de fútbol se castiga con dureza a quienes utilizan bombas de ruido o fuegos artificiales; así como nos escandalizamos con la violencia de las barras tomadas por delincuentes, lo ocurrido con el venezolano Emilio Rentería no debe quedar en la impunidad. El jugador del club San Marcos de Arica fue insultado por el color de su piel por barristas de los locales de O’Higgins de Rancagua.
La Asociación de Fútbol expresó su más “enérgico rechazo” a los insultos racistas y el propio presidente de la entidad anunció una reunión pedida por el embajador de Venezuela para aclarar estos hechos.
Pero este caso es más grave que una mera gresca de canchas futbolísticas. Es un ataque que tiene elementos de estupidez y descalificación del cual el Estado debe encontrar culpables. Y ellos, aplicarles la ley contra la discriminación, esa que, precisamente, fue concebida para castigar a los que no entienden que en la diversidad y el respeto descansa el crecimiento cultural de los pueblos…