Nacido en 1910, Iván Mayo Román fue una de las primeras superestrellas del fútbol chileno. Quillotano y emblema del San Luis, se graduó de ídolo en Colo Colo justo antes del estreno de nuestro profesionalismo. En 1933 cruzó la cordillera para fichar en Vélez Sarsfield: fue figura, goleador y capitán, mereciendo dos portadas de El Gráfico. Siendo serios, debe ser por lejos el chileno más exitoso que ha pasado por el fútbol trasandino.
Gravemente lesionado, Mayo volvió a fines de esa década a Chile, donde hizo lo que pudo para jugar por Santiago Morning e Iberia. Ya no tenía el pique de antes ni ese dribbling endemoniado que lo había convertido en leyenda.
Como tantos viejos cracks, la vida fue dura con “Chincolito” Mayo (quien corría a saltitos, como chincol). En 1963, un par de décadas tras su retiro, yacía postrado en cama y estaba lleno de deudas. Sus antiguos colegas le organizaron un partido de beneficencia en Santa Laura: fue harta gente y se recaudaron 3 mil escudos; al cabo, el viejo Iván superó su enfermedad y viviría hasta los 69 años.
En su época de gloria, Iván Mayo era tan popular que en Villa Alemana, cerquita de Quillota, se bautizó un club con su nombre. Y desde 1938 -siempre modesto, siempre digno- sigue homenajeándolo. El Club Deportivo Iván Mayo es, de hecho, el único cuadro que ha pasado por el profesionalismo chileno luciendo el nombre de un futbolista.
Hoy el Iván Mayo de Villa Alemana juega en su asociación local. Sin embargo, hace 30 años tuvo una breve época de gloria. Suena raro, pero este equipo tan chiquitito llegó a jugar dos veces en el Ascenso: ocurrió a mediados de los ochenta, cuando el despelote fue la norma en nuestros campeonatos y llegamos a tener ¡44 clubes! entre Primera y Segunda.
Subcampeones de Tercera tras Súper Lo Miranda, en 1983 los “mayinos” ganaron en la cancha su ascenso. El de 1984 fue un torneo raro: los 18 participantes de la Segunda División se dividieron en dos grupos; los villalemaninos quedaron en la zona “norte” junto a equipos como Linares y Unión Santa Cruz. Su campaña fue ahí nomás y tras apenas 16 partidos -por diferencia de gol- fue uno de los cuatros descendidos en la poda de fin de año.
Los blanquiazules repitieron la gracia en 1986. Segundos en Tercera, subieron, pero de nuevo duraron apenas un año en una sobredimensionada Segunda División que contó con 28 equipos. Desde entonces, esa zona superpoblada de la V Región “interior” –Limache, Villa Alemana, Quilpué- no tiene un representante en el fútbol profesional.
En 1996, la dirigencia del Iván Mayo decidió que la pelea por el “fútbol grande” no era su mundo y así se refugió en su asociación local. Y ahí siguen hoy: pequeñitos, sin hacerle daño a nadie, recordando con cariño las glorias pasadas.
Fotos: Amante Futbolero, archivo revista Deporte Total.