Por Rainiero Guerrero
Texto de Jorge Lagás
Una de las buenas visitas que dejó la más reciente versión del festival Frontera fue la de los argentinos Divididos, que volvieron a nuestro país para presentar en directo parte del rock más significativo salido de Argentina en las últimas dos décadas y media. Con motivo de ese encuentro, vivido el 15 de noviembre en el Club Hípico, en Radio Futuro hablamos con su líder, guitarrista y cantante Ricardo Mollo, quien habló sobre el presente y futuro del trío y otros aspectos que se relacionan con su existencia.
¿Qué hay de Divididos en términos de trabajo de estudio? Se han tomado con más relajo el hacer discos, la agenda está más abierta… ¿en qué están y cómo repercute eso en su trabajo?
Ahora estamos en el año laboral tremendo, tuvimos muchísimas tocadas. Se dio una cosa muy linda de la espera de las personas que querían escucharnos y nosotros tener ganas de salir. Pero el año que viene nos vamos a dedicar a recomponer y a regrabar creo que toda nuestra obra. Todos esos discos que no nos pertenecen vamos a tratar de tocarlos hoy, porque por suerte estamos vivos y tenemos muchas ganas de agarrar los temas y mostrar la interpretación hoy de canciones escritas el ’88.
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¿Eso se complementaría con creación de canciones nuevas?
El trabajo a futuro es ese, y seguramente en el momento en que entremos a estudio va a haber la posibilidad de componer algunas cosas que ya tenemos medio armadas. Canciones nuevas, ¿no?. Y ahí quizás de todo ese material viejo también salga un disco nuevo.
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¿De dónde viene esta intención de reinterpretar viejo material?
Uno cuando entra al estudio por primera vez, al tiempo te da esa cosa de decir “qué ganas de grabar este disco de nuevo”, porque el paso del tiempo hace que las canciones terminen de madurarse. Y llegar al sonido que hoy pudimos lograr, por lo menos en el último disco, que es donde más nos aproximamos en cuanto a sonido a lo que nosotros buscamos. Además al tener posibilidad de grabar en nuestro propio estudio, eso nos da la relajación suficiente como para encontrar esos sonidos a esos temas de aquel momento. Además de algunas cosas inéditas que seguramente van a aparecer en el transcurso de la grabación.
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Se ha visto en el último disco, pero en general en toda su obra: ¿Cómo llegan a ese entendimiento entre ser “la aplanadora del rock” y la veta folclórica que también los caracteriza?
Lo que pasa es que el folclor tiene la potencia del rock, pero desenchufado. La intención y la intensidad es la misma. Lo otro es volumen. “La flor azul”, por ejemplo, es una chacarera que tiene una intensidad en cuanto a la tocada y a la cantada, que yo lo puedo comparar con cualquier tema nuestro de los más potentes.
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Difícil no pensar en la versión de “La flor azul” de Mercedes Sosa del disco en vivo en el Teatro Ópera.
Yo a Mercedes Sosa la amo, es una asignatura pendiente que nos quedó de hacer algo con ella. En dos oportunidades casi lo hacemos y por una cuestión de salud de Mercedes no pudimos llegar adelante con eso. Mi sueño era cantar “Vientito de Tucumán” con Mercedes.
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Planteándonos en la actualidad de países como Argentina o Chile, el ’93 lanzaron “La era de la boludez” dando a entender la situación de hipocresía que vivía Argentina. ¿Qué se aprendió de todo eso 21 años después?
Seguimos teniendo los mismos problemas porque somos Latinoamérica y no Norteamérica. Ellos tienen la gran ventaja del poder económico y armamentista. Sí aprendimos un poco quiénes son cada uno y quiénes somos nosotros. Creo que en este transcurso hubo un acercamiento, de toda Latinoamérica han propiciado que nos sintamos más hermanos y un poquito más cerca. Y el tema de las mujeres al poder me parece bueno. Que Michelle Bachelet esté en Chile, Dilma Rouseff en Brasil y Cristina acá está bien, es otra mirada, otra sensibilidad, la energía femenina es más propiciadora de la vida. Me parece bueno que haya la posibilidad de disentir, de discernir y de que cada uno tenga su opinión y que sea respetada.
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¿Sigue vigente entonces esa era de la boludez?
Yo creo que sí, desgraciadamente sí. Hubiera preferido tener “La era de la convergencia” en estos tiempos, pero bueno, seguimos peleando con esa manera de ser.
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Argentina ha tenido pérdidas fuertes en la música en el último tiempo, desde Pappo hasta Cerati, pasando por Spinetta, Mercedes Sosa, Sandro… ¿cómo los afecta a ustedes?
Para mí, que vengo transitando por esto desde fines de los 60, ver a mis queridos que se retiran, me da a pensar simplemente que nosotros mientras estemos vivos tenemos que seguir haciendo música porque mañana tampoco vamos a estar. Lo mejor que podemos hacer es seguir siendo honestos con lo que hacemos y seguir haciendo música.
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En ese sentido, ¿ves recambio en el rock argentino? ¿Es comparable con otras décadas?
Pasa que somos más, los países hemos crecido demográficamente, hay más de todo, también hay más información. Eso te limita un poco a que pueda haber una idea nueva. En los ‘70 cada uno tenía su impronta de lo que creía que era la música por la poca información que había. Hoy como hay mucha, es más difícil, en internet tienes todo lo que pasa en el mundo y la posibilidad de pensar que está todo hecho. Lo que hay que pensar es que lo que no está hecho es lo que vos tienes para proponer. Ese es el punto al que las bandas tienen que apuntar: más que parecerse a los que están, hay que parecerse a sí mismos.
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