Martín Larraín y el cura O´Reilly… Termina 2014 y nos quedamos en la retina con estos dos casos que causaron el rechazo de la opinión pública hacia nuestro sistema judicial. El primero, un hijo de un político millonario e influyente que atropella, da muerte y huye del lugar sin prestar auxilio a la víctima y escabullendo, así, la alcoholemia policial. Tras una serie de intrigas ligadas a autopsias y testimonios falsos, además de acusaciones de soborno a la viuda del fallecido, queda en libertad.
El segundo caso, un cura icono de una de las congregaciones católicas preferidas por el poder económico y cierto poder político. La justicia determina que es un pedófilo, que abusó sistemáticamente de una menor a su cargo. Lo inscribe en tales registros pero lo deja en libertad. Hoy, lo han visto de compras luciendo su sonrisa cautivante de señor británico, la misma con la que encandiló a la clase alta chilena.
Larraín y O´Reilly son dos caras de una misma moneda. La de un país que pareciera estar cimentado en las preferencias, de una nación cooptada por los clasismos y regida por los que tienen la sartén por el mango, la sartén donde se fríen los que no tienen las influencias o el dinero para pagar otro tipo de justicia terrenal…