Editorial de Freddy Stock, viernes 30 de enero.
Les quiero contar el caso de Natasha Alarcón Alarcón… Natasha es una abogada de Punta Arenas, tiene 32 años y espera su primer hijo. Parecería una historia como tantas, salvo que Natasha sabe que su hijo no va a sobrevivir cuando nazca porque no se van a desarrollar sus pulmones y morirá de un infarto al no poder respirar. Esa es la noticia devastadora que recibió la semana pasada por una comisión de ginecólogos del Hospital Clínico de Magallanes.
El dolor de Natasha se agrava por culpa de un Estado que la obliga a seguir adelante con su embarazo, o sea, un Estado que la obliga a esperar una muerte en su vientre más que un nacimiento. Y con el peligro tremendo de que ese feto muera dentro suyo sin que ella se percate…
Como otra paradoja cruel de su destino, Natasha nació en Bulgaria debido al exilio de su padre, un país donde no tendría que pasar esta pesadilla. Allá, la decisión de abortar es un derecho de las mujeres en las primeras 12 semanas de embarazo. Natasha le envió una carta contando su caso a los 38 senadores y 120 diputados del país. Sin embargo, dice, sólo dos parlamentarios respondieron y ninguno de ellos era de Magallanes.
Natasha Alarcón tiene ya cuatro meses de embarazo y hace un mes que sabe cuál será el desenlace del hijo que espera. Un hijo que morirá al nacer o, quizás antes, si la propia Natasha es empujada a la tumba por uno de los cinco Estados en el mundo, donde el aborto está prohibido en todas las causas… Bienvenidos a Palabras sacan Palabras.