Arrancaba del Sida y lo agarró el cáncer… Lo dijo el propio Lemebel riéndose de la enfermedad que hoy le cobró su vida. En su estilo punzante, de cuchillo con ajo, luminoso y marginal, Pedro Lemebel no perdió la oportunidad de burlarse de sí mismo como lo hizo tantas veces de la sociedad, del Chile oscuro de los ochenta con su “manifiesto” o del Chile neoliberal y concertacionista, el de la naciente democracia que atacó en frases sanguinarias. Como esa que le dedicó al líder socialista, Camilo Escalona: «Ahora que te veo en la tele con tu terno tan parlamentario, caigo en cuenta que, tal vez, nunca fuiste de los nuestros, ni siquiera con el puño en alto atragantándote con esas frases rojas que les discurseabas a los estudiantes».
Lemebel era hiriente y de los temibles. Porque no usaba la descalificación bruta sino la puñalada irónica y fina. Hoy, todo Chile parece llorarlo. De hecho, a pocas horas de su muerte, la Presidenta Michelle Bachelet señaló a Lemebel como la voz de, «muchos que se sienten huérfanos en un país que no los representa y no los acoge. Y añadió que, «Pedro Lemebel estuvo siempre en la resistencia, fue consecuente hasta el último día y su legado cultural enriquece el país que somos».
Lo curioso es que pese a los llantos oficiales y a las muestras masivas de cariño, se fue sin reconocimientos estatales. Murió sin tener en sus manos el Premio Nacional de Literatura al que fue postulado el año pasado y que, sabía el propio Lemebel, estaba “más arreglado que cara de travesti”… El pago de Chile, dicen unos… el miedo a los que son capaces de decir de frente lo que piensan y lo que creen…